«Y es el dolor que de la ausencia viene
lo que no pudo ser ni será nunca”.
Carducci
Este diamante de fulgores pleno
que el rico engaste de platino irisa,
oyó tu llanto y escuchó tu risa,
altivo sobre el raso de tu seno.
También oyó mi confesión. Sereno
miró el encanto audaz de tu sonrisa,
que tuvo en ese instante la imprecisa
dualidad de una miel y de un veneno.
Guárdalo -una mañana me dijiste-,
Si me olvidas, lo juegas….Y partiste.
Y hoy que tu muerte mi esperanza trunca
y el fausto don de tu belleza pierdo,
lo he mirado brillar como el recuerdo
de algo que pudo ser, y no fue nunca.