Agradezco tus versos, Vasco, y siento
el álamo, en su hilado, y la laguna.
El talle de la niña, el de la luna,
los filos de la lluvia y los del viento.
Y renovado en ti mi sentimiento
del lugar, con tal brío y tal fortuna.
Chascomús, idealmente, fue mi cuna,
mi vaivén de lo suave a lo violento.
Que en tal contraste está la poesía.
Y en el yunque sonoro y persistente,
y en ti se hace el milagro cada día.
Y de adehala tu español, que es fuente
de una plazuela solitaria y pía.
Ciña y corte el laurel tu dulce frente.