Cien años

Cuando en cien,
doscientos años,
alguien cuente
(invente) esta historia
o la historia de otro
exilio, de otras quemaduras
de este ronco andar,

cuando se refieran
a esta hazaña
y sus desaciertos
y no se diga el dolor
que devoran mis labios
y no se sienta la viudez
de la guerra
los huérfanos, los deshijados
los que murieron
sin abril en sus sendas

en un parque entonces
en un banco al hedor del verano
(las moscas)
los viejos rían
disciernan sobre el progreso,
los principios, el aire
acondicionado,
la libertad de los ángeles
cinco, siete siglos atrás,
cinco, siete años atrás,
se bate un hombre, una mujer,
contra su propia ausencia.

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Eramos jóvenes

…si tú te mantienes libre,
por tu imposible yo,
tú por mi imposible.
Juan Ramón Jiménez

Aún recuerdo cuando te encontré.
Eras el nombre que conocía
por la música de cada sílaba.
Mariposa que volaba junto al fuego,
eras leve pájaro o espuma en tierra.

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He bajado a los infiernos

He bajado a los infiernos, a los fijos,
a los reales como una piedra en el rostro,
los que se nombran países, naciones,
territorios que en mi cara tornan

sus nombres en exilio, en tránsito, en ajeno.
He conocido buenas gentes, a qué negarlo,
que me han ayudado, que se han acercado
a la tripulación con un vaso de vino,

con carne seca, con una manta en buen estado.

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He esperado

He esperado muchos días,
y no he recibido respuesta.

Abril pasó, la nieve se fue,
y no he recibido respuesta.

Desde la ventana los árboles; el viento,
las hojas verdes en el mes de mayo.

Pronto las flores se llenarán de polvo
y esa carta tuya que no llega.

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Mi Quijote

Pienso en ti
y entretanto
deambulo por las
marchitas periferias
de un poema.

Aguijoneo mi
quijote
y la ilusión
se eleva
o se pierde
o te encuentra
entre las
perdidas
puertas
viendo pasar los pájaros,
embistiendo
esa distancia
en la que
me diluyo
por alcanzarte.

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Serenidad

Cae la noche.
Los remeros dejan de hablar
y descansan. Sólo el mar
con sus aguas
tienta el barco.

Tengo miedo.
Me hablas de mi hijo.
Ha crecido solo
y no tiene padre.
Triste época, Penélope,
triste tiempo
para andar de país en país
y oír la palabra extranjero
en boca de la gente.

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Tercer regreso

Agónico fuego de la tarde,
triste, sediento;
camino despedazado,
viento de luna,
nocturno pájaro tenue,
obelisco de lo fugaz,
filosa piedra de rápido golpe.

Aquí estoy.

He llegado hendiendo
el silencio de estas calles,
horadando con mi sombra
cada pecho de aquellos hombres
ya idos.

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