La Atalaya de Luciano Castañón

Atalaya, cima cimera,

de la ola marinera.

Desde ti se atalayaba

el oleaje en blanca geometría;

hoy, un destacamento militar

rompe tu armonía pecera

con alambres, uniformes

y voces de: «¡Fuera, fuera!»

Atalaya,

aún sirves para cobijar amor,

y para que a los niños les nazcan

los dientes de la inquietud aventurera,

tan aventurera como la ya lejana

de los playos (*) cuando iban

a la caza —y no pesca— ballenera.

—¿ Vienes a l’ Atalaya? —

Pregunta la Filo a Rosa.

Van allá. Parlotea una

para que la otra cosa

mientras la tarde triste o rosa calla.