La baraja de Eliseo Diego

Salta el rey, y los bastos cerrados
lo acometen brutales. Los oros

van huyendo en la vasta llanura.
Y ha caído la sota funesta

junto al buen caballero. La parda
extensión se ilumina, destella

con el rojo de infancia, y el verde
memorable y veraz, y los hondos,
los soñados azules de infierno.

La batalla creciente deslumbra
en espadas, penachos, banderas
crepitantes o justas. Y vuelven,

y regresan los bastos, las copas
taciturnas, los oros veloces,

y derriban al rey. Han caído
con el rey el silencio y el polvo
en la mansa extensión de madera.