Quién soy,
sola de mí, para violarme
con verdades ajenas
si aún las propias no han sido
deslindadas.
Quién se interna en la palma de mis
manos
luego de cercenarlas.
Quién me vacía, huye y no regresa
sin despojarme de la amarra.
Quién seduce mi cólera,
penitencia incendiada.
Me atrevo a liberar en mis arterias
los ángeles salvajes
que fueron propiedad natal del alba.
Enclaustrada
en una libertad que me condena
a su sed cavernaria
abruman las respuestas.
Entreabro la jaula.