Llegas como el preludio de la nieve,
duras como el epílogo del fuego:
de ceniza y silencio tengo escrito
un contrato contigo y con tu boca.
¡Muerte-amor, muerte-amor!
Con qué constancia
te paseas en torno, te aproximas,
te asomas, te abalanzas, te insinúas
desde el brocal florido de mi pozo.
Por tu beso vendrá cuanto merece
la pena de esperarse. Por tu beso,
que es resumen y llave y cruz alzada
y hasta piedra de escándalo y esquina.
Entre amar y morir ¡qué poco espacio!
Y aún quieren que lo habite y que esté vivo,
como si no tuviera o no esperara
otra cosa que hacer más importante.