Cuando no hay canícula
sino lluvia
la luna está fuera de nosotras
Retorno con el beso de la luna
hirviendo en el cuerpo
Soy mujer y a veces
como a Marge Piercy
le gustaría quitarse el sexo
y dejarlo guardado
en el armario
Sucede que me canso
de aullar el deseo
en las temporadas de canícula
cuando arden los insectos
Entre la carroña que encuentro
al atravesar la ciudad
resulta que soy pura
que obligo a mis apetitos
a salir de cacería
cuando la selva
es una jungla de concreto
Sobre la alfombra polvorienta
despierto con la certeza
de haber estado con dos leopardas ebrias
La ciudad es una olla express
que gotea sus vapores sobre sí
mientras la luna es el grafitti
más bello de la noche