¿En dónde
y en qué altar de la noche o del día
me fue
concedido
este pájaro escarlata
que me habita y me enceguece?
¿Por qué a mí este canto
esta inmerecida espina
este encendido delirio en la sangre?
¿De dónde o de quién
este oficio
que me deslumbra y desgasta al escribir sobre la página
como el fósforo
al ser frotado contra la caja?
Mientras alguien responde,
yo escribo
en
una grada,
bajo un barranco o sobre una llaga.
Me levanto en la noche
y aprendo, justo a eso de las doce,
el buen arte de conversar
con el gentío de espíritus
quedándome
estrepitosamente
callado.