El rayo de tus furiosas libertades

Oh simón, andariego dios andino ¿por qué no soltás
De una vez el rayo de tus furiosas libertades
Sobre esta voraz mala yerba que pudre tus
Amadas praderas de américa?

Vos, el infatuado, el incansable,
El sembrador de huracanes, único y verdadero rostro
Del fuego aquí en nuestro fuego, el perseguido y
Perseguidor del buitre criollo, decime ¿cómo no ibas
A irrumpir cabalgando impertérrito con tus épicas hogueras
Errantes caballerías en un libro
Donde se dicen libertades?

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Ars mística

Hoy gozo en la poesía obedezco creo en sus oráculos como también empecé
a creer en dios sus profetas potestades desde aquella noche en que falto de fe
me arrastré convalecí hasta ti chorreando tristísimas escamas
amamantando salamandras con mis más negras raíces glaucas lágrimas
que no sé de dónde y a poco me abriste el milagro de tus piernas
angélicas y supremas para que yo amor amor me santificara a perpetuidad
y entonces nazco brillo dolor también adiós.

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Epigramas a Angélica (Cuatro epigramas)

MANUSCRITO ENCONTRADO EN EL
MONTE PÚBICO DE ANGÉLICA

‘No te lamentes ni rezongues, Angélica,
que en este diario heroísmo
de empuñar entre tus piernas
esta brava y testaruda espada mía
nada ha cambiado
desde aquel primer combate
en que dos pieles desanudaron, temblorosas, su traje
de barro detrás de una higuera:
yo soy tan sólo el paria suicida que acude gozoso a
(la agonía de su propio degollamiento
tú sigues siendo, aunque a veces herida, la más temible,
(inderrotada gladiadora del amor’

ANGÉLICA VERSUS POESÍA

Entre
escribir
apasionados poemas de amor en verso libre
o
vivirlos contigo
en carne viva
he
decidido esto último angélica.

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Roguemos que mañana

No hay remedio, compañera.

En este país
hasta las hormigas confabulan contra la alegría.

Roguemos que mañana
lluevan sobre nosotros
bestias de amnesia
para quedar, ahora sí, soterrados todos
bajo
un
alud
de
bruma

de la que nunca, oh efímeros, debimos haber salido.

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Si acaso es tiempo, ay ingratitud tan iracunda, para darte las gracias hoy

Gracias, compañera, por haber
rescatado mi corazón cautivo
en la maldita región de la bruma,
acaso solitario vicio de mirar por el ojo de una caverna,

gracias por esta ventana abierta al viento,
por esta victoriosa amapola,
por esta palabra ahora cobijada
y ayer apenas flotando, sin tregua y sin mañana,
como un tronco viejo deriva debajo de la esperanza.

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Versos del des/encubrimiento (15)

Amaneció un revuelo el atrio de la iglesia.
La Virgen Concepción,
que desembarcó engalanada de tafetanes, sedas y
oros de Aragón y Castilla,
amaneció completamente desnuda.
No hubo robo ni ultraje. Sólo eso:
que amaneció completamente desnuda.
Y allí está:
tiritando de frío,
como si nada mostrando la mercancía,
mirando con extrañeza
a las indias vestidas de pájaros, frutas, soles,
lagos y amaneceres.

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