La siguanaba de Claudia Herodier

Países: vulgaridades sonoras,
silentes, pestilentes.
Países: sombras que a cada lado
se acomodan tratando de obligar
a la vida a que los piense
y los desee como únicos valores.
Hojas secas, tostadas a fuerza
de energía sintética.
Países que por pretender programar
desde unos huesos el futuro,
cierran un juego sin encarnar mas
que la nada.
Vienen luciendo sus pájaras
Casandra, Pandora y la Siguanaba.
Países: no hay ya tablero
para mover tus piezas y,
aunque lo hubiera,
Casandra se limpia los dientes filudos
con una astilla de Troya,
Pandora tiene vacía la caja
y la esperanza no existe,
y la Siguanaba…
¡Ah, la Si-gua-na-ba!
De tanto ir a caballo, llego también a Troya,
justo en la noche de todos los incendios.
Queda solo un camino:
recobrar lo auténtico y tirarlo a la pira.
De esas llamas sacaré collares…
Solo que esta vez, ¡irán a sus orígenes!