Llagas erizadas de Claudia Herodier

(Mientras Carlos Cañas e Isabel de Sola escribían)

Triste vergüenza del hombre que camina,
que marcha puliendo su agonía,
retocando con alambres sus escaramuzas.
Vergüenza terrible de una estirpe
que momifica sus verdades
por la repugnancia que causa el conocerse
en lo que somos.
Quién tamiza sus silencios
hacia adentro
Y quién, quien vierte su podredumbre
sudorosa, su pus pestilente por los ojos
hacia lo otro? A ese otro pus igual
que el mío, gangrena elemental
nuestra historia?
Y el mundo nos exhibe sin detenerse.
Nos restriega esta mismidad tan compartida,
porosa, en su sombra proyectada.
Y nos quebramos todos, en distinto
tiempo,
sin que nuestros dedos acaricien, palpen,
ejerciten su pronóstico en los dedos del otro.
De ese otro pus, que es como el mío:
gangrena elemental de nuestra historia.