Las cosas no las sabes hasta decir su nombre
y aunque los nombres sean más bellos que la vida
la vida es lo que existe, no el nombre de las cosas,
y aun algunas suceden sin saber pronunciarlas.
Poco sabes entonces de los hechos reales:
tus palabras son pocas para tantos mensajes
que lanzan los sonidos, que aprisionan colores,
que reclaman perfumes, matiz, sabores, tacto.
La poesía es bella y es gloriosa y es triste
porque intenta imposibles con espadas marchitas,
porque vive en los símbolos remotos del objeto
y efímero es su símbolo: el borbotón del agua…
La poesía se hunde en un agua estancada
y se eleva y convierte en emblema del aire:
vuelo fugaz del hombre cuando eleva su vista
y trasforma sus labios en gigantescas alas
de palabra armoniosa. Salvación de suicidas.