las cartas de las que hablo son azules y son lacradas
se guardan en casilleros con llaves de hielo
y no les llega la humana inmisericordia
estas cartas íntimas, son prohibidas
están censuradas vedadas
a la vista poderosa del cuervo crítico
que devora todo aquello que no es blanco
– y solo porque él es tan… tan negro –
y la lluvia ácida de su orín
no borra las letras de oro de éstas cartas
nunca más
– dijo el cuervo, nunca más –
y tu nombre en ellas esta a resguardo
de la belleza tonta, recurrente
del que escribe sobre las olas del mar
de la gaviota idiota
de la belleza histérica de la mariposa kitsch
de la palmera centroamericana
del oh! pez dorado! pez dorado…!
las fotos de la niñez…
tu nombre
mi gran amor último amor
solo lo digo con honor aquí, en los márgenes
tu nombre
no esta imbuido por la inmoral luz del sol
la patria de este tipo de bellezas obscenas
tiene una bandera que uso
para limpiar heces calientes
los vómitos ambarinos de la embriaguez
las horas insoportables
en las que simplemente no estás
y escribo las cartas…
Y escribo las cartas.