Las ruinas del mundo de César Antonio Molina

Las ruinas del mundo no mueren,
van apareciendo nuevas, vírgenes,
cada ciertos diluvios.
Escondidas en los grandes cenotes
como luna en noche nublada apareciendo.

Las ruinas del mundo no mueren,
van desenterrándose distintas cada ciertos incendios.
Un día el rayo toca con sus cuchillos
los cuerpos del génesis:
Escarba y surgen
sexos fósiles en lechos de lava.

Las ruinas del mundo no mueren,
van apilándose como trastos de un viejo attrezzo.

Ahora es tu propia tumba
candente figura del olvido.
Allí,
en un valle cualquiera,
frente a los ojos absortos
y museos y fotógrafos y flashes,
que intentan despertarse del sueño
con voces implacables.

Al final se hace el silencio.
La sábana se alza como tapete de ilusionista.
Y ya debajo del doble fondo
sólo nada.