Acaricio tu frente y la lozana almohada de tus cabellos,
y las puntas de mis dedos posándose en tus ojos
reconocen en la piedra un celeste azul antiguo y amoroso.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?
¡Si pudiera apartar de tu pecho las finas manos!
Tus blancos hombros volarían como palomas en la tarde
huyendo de la lluvia que mansamente cae.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?
Esos tus pies que parecen las manos de una niña, ¿qué
caminos soñaron? ¿Y qué bailas?
-Ese bullicio de llamas y sombras agitadas
donde van y vuelven y se desparraman los pies de la rubia
danzarina.
¿Quién amores há,
cómo dormirá?
Esa banda de seda que tu talle ciñe,
¿qué amante de cálidos besos la trajo de Rocamador?
¿O quizá es un trozo de la brisa que abanicaba los avellanos de antaño?
¿Quién amores há,
cómo dormirá?