L’envoi de Álvaro Cunqueiro

Las letras de tu nombre ya no se pueden leer,
y pues no te puedo llamar aunque quisiese,
déjame en tus labios tus soñares saber.

Quizás soñáis, amor, con el blanco avellano
o con el ciervo que baja a beber a la ribera
o con el mirlo que canta su ocio en el rosal.

¿O por soñar tú sueñas, amante piedra fría,
en aquel corazón, tuyo, que era carne algún día
y amor, ese enemigo, en llamas encendía?
¿Quién amores há,
cómo dormirá?
Versión de Vicente Araguas