De espaldas un domingo

I

Las tardes no son precisamente
mi punto de partida
Pierdo claudico
Voy a ponerlas de rodillas
que pisoteen el ramaje sobre el fuego
espanten la traición del teléfono
y el cuervo que habita mis ojos
Las dejaré de espaldas un domingo
inútiles inciertas

En las tardes cae la flecha
me des-nombro
sé que más de la mitad se vuelve eco
El ave anuncia su último tramo

¿Qué hacer con este cuerpo que les pertenece
con esta costumbre de apenas un bosquejo?

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El universo está vacío

El universo está vacío
sólo yo lo habito como un fantasma
con una cola interminable de inseguridades

Se extinguieron los amaneceres
y cuando alcanzo a ver el sol
ya está caliente
He olvidado los sabores
de la risa
de la fe
El año tiene una sola estación
tan fría y desolada que provoca miedo
Yo insisto en alejarlo
con una taza de café que no bebo
un libro que ignoro

El universo está vacío
yo lo habito
a veces

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En la espera del gesto

A Vasily, por la alerta.

Al golpear la puerta el miedo asoma
el olfato presiente la historia
la oscuridad que emana
Soy margen a la escucha del tropel
estatua que reposa en el parque
mientras sube la hierba

Van a tatuar mi cuerpo
dejándome atrapada en una ciudad
sin valles ni flechas
Mis ojos deletrean el estampido
palpan el límite
aprenden a saberse polizontes

Está rota la fuente y la sed hechiza
Las llamas surcan el jardín
obligando a cambiar de acera
El delirio se aproxima la carne huele

Nadie busque descifrarme
nadie quiera convocar la niebla
si llegan la hora y el gesto
si llega la caricia
y el río se desborda

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Puñado de agua limpia

Madre termina el siglo
y yo putrefacta
impotente
tan clavada a la cruz

Mis dedos rígidos
no pueden evitar que resbales
ni impedir que caigan tus hojas
mas no te permitas ese rostro
dolorosamente vulnerable

Odio esta soledad que se interpone
Del otro lado los hombres el instinto
aquí la muerte que cautiva
que tantas veces se reitera
que me asusta

No basta con cruzar
faltarían el impulso los remos
Prefiero saber tu ocaso
melodía que vuela
sin códigos
hasta mi oído sordo

Miro desde la cruz
me veo tan oxidada
que el augurio del reloj me quiebra
No te he llenado de guirnaldas
antes debo concluir
este duelo con el viento

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