Estoy llorando en el paño roto de la noche
y mi niñez que ahora no me entiende
reniega de mi llanto.
Estoy inmóvil y desnuda
frente a la oscuridad del viento
encendiendo una vela blanca
al alma de mis viejos zapatos muertos.
Estoy enferma de sueños sin fuentes
contagiada, de esa terrible y blanca pena
de saberme cierta
sin vestidos de ayer en pleno vuelo.
Estoy llorando ahora
por la sombra increíble de mi propia lágrima
por la hoja en blanco sin sonrisa
por la ausencia de todos los discursos
viajando en el tren de tan poca memoria.
Estoy alumbrándome de antiguas lunas
del sucio brillo en aquellas farolas.
Estoy llorando la fijeza del tiempo
posada en el renglón que me aprisiona.