Cuervo, solitario, creó a los dioses para sus juegos:
pero el dios de la montaña se liberó de él
y cuervo cayó de la pared pétrea de los montes
con lo que se vio muy reducido.
El dios fluvial sustrajo los ríos
a sus líquidos vivientes.
Un dios tras otro: y todos fuéronse liberando de él
robándole su hogar y su fuerza.
Cuervo vaciló, sus restos, inertemente despojados.
Era residuo de sí mismo, escupitajo de sí mismo.
Era lo que su mismo cerebro no alcanzaba a comprender.
Y así, el mínimo, el menos vivo objeto existente
fue merodeando sobre su grandeza inmortal
más solitario que nunca.
Versión de Jesús Pardo