hago constar que no la conocí en forma alguna
ni ahora ni en otra de sus vidas y reencarnaciones
ignoro si alguna vez comí un muslo suyo de gallina
si bebí leche en una ubre vacuna de su propiedad o
acaricié sin saber su pelambre de gata del tejado
quien suscribe en perfecto estado de salud
a duras penas
hace conocer su decisión de alimentarse por ahora
con flores del desierto solamente
Poemas de Luis Alberto Angulo
(él es el mensaje)
ciento cincuenta canales
de televisión y nada que ver
absolutamente nada
la misma mujer el mismo
hombre los mismos
repitiendo infinitamente
el absoluto sin sentido
de sus vidas en pantalla
chica sus vidas chicas
en pantalla donde
únicamente es noticia
verdadera la apariencia
el control electrónico
saltando de la nada
a la sometida existencia
que muele sobre ti
(a Luis Beltrán Díaz)
??Alabada sea toda/ Semejanza/ si el hombre a la orilla/
de la nada/ se atreve/ y levanta la casa de los signos??
Humberto Díaz Casanueva
I
en el sepia de la tarde/ frente al enceguecido sol de mi silencio/ la
pretensión de hablar/ con estos papeles amarillos desde siempre
II
si arrancó sus ojos/ fue únicamente/ para contemplarse/ para
buscar dentro de sí/ la luz que no se extingue/ la que no cesa/ en
la larga noche/ de la casa de los signos
III
¿se acaba el hombre?/ preguntaste/ y el enigma sobrevive/ este
salto que señalan/ los viejos signos/ el oráculo/ las terribles cartas
del Tarot/ las tres monedas/ a las que asignamos/ tres al cielo/
dos a la tierra
IV
el enigma de la luz/ te opongo/ el enigma de las sombras/ ¿en que
orilla cabalgamos?// ¿me das tu todo/ y te devuelvo nada?// la
casa habita/ en su silencio
V
hoy es el día/ ¿cómo preguntarse por otra cosa?/ lo terrible de
este momento/ esconde la grandeza que señala/ un pacto inédito
entre luz y sombra
VI
sobreinfinito/ el hombre interroga/ o musita un deseo/ un trueno
lejano/ en el llano sin nombre
(a matth y a bery)
mi infancia saltaba de piedra en piedra
las ágiles corrientes del pueblo
así ha ido mi vida desde entonces
resbalando cayendo saltando de nuevo
ahora que atónito contemplo
los cauces secos de tantos ríos
saltar o caer ya no tiene importancia