I
Es la estación de brisas y de flores,
y son bellas las flores y las brisas;
y los pájaros cantan sus amores,
y natura prodiga sus sonrisas.
II
Hermosa noche tiende
su manto. Hermosa luna
de su óvalo desprende
blanquísima la luz;
la luz en que derrama
ilusiones tan lindas,
que por ella se inflama
de amor el cielo azul.
Y fíno, apasionado,
por agradarla ostenta
de estrellas salpicado
su rico pabellón.
La dama corresponde
y asoma su faz lánguida,
o coqueta la esconde
en nube de crespón.
El si la ve, se adorna
con brillo esplendoroso,
y si se esconde, torna
su brillo en lobreguez.
En la órbita estrellada
la eólica pareja
difunde enamorada
sosiego y languidez.
Las palomas amantes
se arrullan escuchando
las ondas sollozantes
de arroyo de cristal.
La rosa, casta y bella,
se inclina, desfallece,
y viene junto a ella
el viento a suspirar.
Con verde rico traje
la tierra se engalana;
de nieblas en su encaje,
de rosas su corsé.
Del cielo los fulgores,
los poros de la tierra,
las aves y las flores
palpitan de placer.
El aromoso viento
conduce llama tibia,
y quema a fuego lento
el frágil corazón.
En la tranquila calma
de noche tan preciosa,
amor respira el alma,
respira todo amor.
En éxtasis la mente
de Dafne hasta las selvas
en ilusión ardiente
transportada se ve;
o recorre soñando
de Armida los vergeles,
en intuición gozando
de lo que sueño es.
Ven a mi lado, hermosa,
y en tan lánguida noche
con su venda preciosa
nos unirá el amor.
El hielo de la muerte
de mi alma se apodera;
pero me siento fuerte
de tu seno al calor.
De la noche gocemos;
si el campo no te agrada,
a mi albergue pasemos,
allí te haré feliz.
¿Aceptas? Ven, ¡mi linda!
apóyate en mi brazo
que mi retiro brinda
placeres mil y mil.
III
Y mi frente a tu frente juntando
sentiré de tu sien el calor,
en la luz de tus ojos mirando
el edén que Mahoma soñó.
Tu mirada revélame luego
que de amor te devore la sed;
mas no temas que a mí falte fuego
para el fuego que quema tu ser.
iBeberemos! La pena destierra,
que la vida es un sueño fugaz,
y el sepulcro es un monstruo de tierra
que más tarde nos ha de tragar.
Mira, bella, el champaña espumoso
cómo sube al dejar su prisión:
bebe más, que ese néctar sabroso
a otro mundo conduce mejor.
Adornaste con flores en vano
tu albo seno que incita a gozar,
que si pongo yo en ellas la mano
hoja a hoja en el suelo caerán.
Bebe más, que beber es la vida,
y es el alma el sabroso licor
lo que lluvia del cielo caída
sobre rama que el nolo secó.
Si el vigor con el goce perdemos,
y si el goce nos hace callar,
nuestro goce inefable expresemos
con los ojos, mujer, nada más.
Si la vida entre goces exhalas,
tu sudario será una ilusión,
y de amor en las tórridas alas
volarás hasta un cielo de amor.
Quebraremos las copas, los vasos;
que tus labios de fino carmín,
esos labios de fuego no escasos,
mejor copa serán para mí.
El amor, el placer, los licores,
embellecen la vida fatal;
fabriquemos un sueño de amores,
y no de él despertemos jamás.
Un placer infinito apuremos;
y aunque muertos nos hallen aquí,
nuevos goces los dos inventemos,
que es muy bello gozando morir.
IV
Retírate, mujer. Ya no me beses:
con el cansancio y la vergüenza lidio:
eres cáliz precioso en cuyas heces
el brevaje se encuentra del fastidio.
El placer fatigoso que me ofreces
de una linda ilusión es el suicidio.
iQué necio fui con mi pasión de fuego!
¡qué necia fuiste al escuchar mi ruego!
Yo te miré más linda que celaje,
de blanca gasa y de crespón vestida;
pero al quitarte el vaporoso traje
hallé sólo una momia corrompida.
Momia que engañas con sin par ropaje,
y aspiras necia a encadenar mi vida:
¿juzgas tú que mi amor queda pagado
con un deleite de que estoy hastiado?
Pobres mujeres, torpes cortesanas,
embusteras, postizas hermosuras;
la virtud os hiciera soberanas,
y esclavas os rendís. Evas impuras.
Una ardiente ilusión matáis livianas
con deleite sensual. Locas criaturas,
ebrias de incienso descendéis al lodo,
y al perder el pudor, lo perdéis todo.