Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen…
Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira… Damasco
lejos aún le aguarda.
Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen…
Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira… Damasco
lejos aún le aguarda.
Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde… El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.
A Ricardo Calvo
Fue valiente, fue hermoso, fue artista.
Inspiró amor, terror y respeto.
En pintarle giadiando desnudo
ilustró su pincel Tintoretto.
Machiavelli nos narra su historia
de asesino elegante y discreto.
César Borgia lo ahorcó en Sinigaglia…
Dejó un cuadro, un puñal y un soneto.
En el parque, yo solo…
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.
La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo…
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada…
Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
…y han cerrado.
Largas tardes campestres;
alamedas rosadas;
aire delgado que el aroma apenas
sostiene de la acacia;
huerto, pinar… Llanuras de oro viejo,
azul de la montaña…
Esquilas del arambre
y balido, sin fin, de la majada,
en el silencio claro…
¡Adiós, adiós!
Ya están ambos a diestra del Padre deseado,
los dos santos varones, el chantre y el cantado,
el Grant Santo Domingo de Silos venerado
y el Maestre Gonzalo de Berceo nommado.
Yo veo al Santo como en la sabida prosa
fecha en nombre de Christo y de la Gloriosa:
la color amariella, la marcha fatigosa,
el cabello tirado, la frente luminosa…
Y a su lado el poeta, romeo peregrino,
sonríe a los de ahora que andamos el camino,
y el galardón nos muestra de su claro destino:
una palma de gloria y un vaso de buen vino.
Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente…,
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía.
Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed…
Lo demás, nada… Vida… Cosas… Lo que se sabe…
Calaveradas, amoríos… Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía…
¿Vicios?