Hace el amor gran villanía al no enlazarte a ti
Jacopo da Lentino
Como un desnudo con alhajas
la noche de Verano languidece
en este bar junto a las aguas.
Desazón del calor. Una música ingrata
que impide hablar. Y esos seres
(en los que nada reconoces)
ofrendando a la madrugada su vacío
de alcohol y drogas…
Y de pronto, en medio de esos rostros,
el tuyo. Esa mirada alegre,
ese gesto risueño, esa
vitalidad deslumbrante que
como dando saltitos
se exhibe ante mí.
Una vez más, la vida
ha sido generosa; me permite
contemplar la delicia de una juventud
en su esplendor, imaginar mis manos
acariciando esa piel suave,
y a mis labios besando ese pelo salvaje,
esas sienes, esa boca, ese vientre,
soñando el calor y el olor de ese cuerpo.
Sí. Y este viejo corazón,
como si no estuviera hastiado,
como si aún tuviera diecisiete años,
se alboroza, tiembla.
Y estos viejos ojos
de los que se ha borrado la vileza de este sitio,
el sinsentido de esta noche,
agradecen vivir -¿A quién, a qué? Al Deseo.
Que como ciertos libros, como algunas
obras de Arte
es lo único ya
que hace soportable la existencia.