Miércoles en taberna de Otto Rene Castillo

I
Juntos
hemos visitado
esta tarde
una vieja taberna
en las orillas
de Berlín,
amor mío,
y juntos hemos
visto,
desde dentro,
el inicio
afanoso
de la lluvia,
llenándose
de calle y ventana.

II
Todavía
oigo
ahora
cómo hablan
tus manos
con las mías
sobre nuestra mesa,
en donde un tulipán
recuerda
aún el alba
de su día más amargo,
y canta su color
sin ninguna reserva
de ternura,
seguro como está
que pronto habrá
dejado de vivir.
En las mesas
vecinas,
los hombres ríen
y cantan.
Cada quien
le da la forma
que quiere
a su alegría.
Una mujer,
sola y hermosa
bebe un tardo café,
mientras el sol
se impacienta
en el pecho
de su claro coñac.
Una pareja
de adolescentes
suaves,
siguen atentamente
el vuelo común
de nuestros labios,
vida mía,
y seguramente
no olvidarán
toda su vida
ese recuerdo.

III
Cuando salimos
de la vieja taberna,
el celo
de la lluvia y el viento
nos golpea hondamente
el rostro.
No damos importancia
a tal suceso,
porque aún ignoramos
que después
solo serán el viento
y la lluvia
los que nos acompañen
por el mundo
cuando la vida,
mi áspera vida,
nos separe.

IV
Ahora,
amor mío,
regresamos
al centro de la gran
ciudad.
Mientras tanto,
tu felicidad
se abraza
largamente con la mía
hoy, día miércoles
de junio,
en el Berlín que amo
y llevo en mí
porque en mí
también
residen para siempre
tus pupilas,
vida mía.