Alicia en mi ciudad

Los espejos ocultos están frente al Paseo del Prado
para que tú los atravieses.
Del otro lado esperan todas las ilusiones
las piedras en el centro de otro orden
los rastros y los pasos.
Los espejos descubren los caminos
sin saber demasiado hacia dónde
penetran en las estridencias de los sueños
fantásticos como nunca antes
ilusorios
reales para los que olvidaron la esperanza.

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Ciudad ciudades (I)

Para Tenochtitlán, desde la isla Juana

La Habana húmeda a mis pies
desatada y húmeda como las caracolas
los ruidos e su nombre y el silencio de ti
de tu impaciencia rondándome los gatos de la sombra
y tú sin mi ciudad sin su herejía bajo la lluvia
sin la humedad que cubre las ventanas
los raíles de punta
el colibrí de ayer en la arboleda.

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Ciudad ciudades (III)

Fue como una conquista la ciudad
cinco ratas huían por cada beso tuyo
cinco animales muertos
cinco cloacas trascendidas por cada virtud
en cada uno de tus gestos una hazaña
en tus cuestiones la razón de existir
los titubeos para abrirse camino entre los sueños.

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Postal

A Vivian, en su ciudad

Un negro viejo lustra sus botas en el sillón del Hotel Plaza
y sabe que la ciudad yace
en esas botas.
Los turistas activan sus cámaras fotográficas
para recoger la imagen del caminante
urbano de La Habana
quien sonríe con un aire desdentado
que huele a la chaveta
con la que trabajó la hoja de tabaco
durante toda su vida.

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