Mirábamos las láminas en los libros infantiles
y queríamos un castillo, sus nubes azules,
el canal atravesando el jardín
y su puente.
Queríamos los trajes
-tan fáciles de trazar sobre el papel-
Queríamos conocer las ciudades
sus colores de relente.
Quisimos ser aquellos niños
de perfiles perfectos.
Pasados los años y olvidados
de tanta vana fantasía
buscamos nuestras pequeñas providencias
y no sabemos
si burlarnos
o sentir piedad.