Ha puesto a Bach
en el cassette. Me ha dicho
que se iba a ver a unas amigas
-un favor, me ha recordado, que le debe
a no sé quién-. Yo leo un libro,
fumo; el cenicero
está sobre la colcha.
He apagado todas
las luces de esta casa. Y al volver
-los pies desnudos sobre el mármol-
de la cocina, en una mano el café,
el ascua roja del cigarro en otra,
me he detenido, como con miedo, casi,
a escuchar el latido acompasado
de mi corazón.