No importa que la sangre corra formando mares,
que mis ojos se vuelvan de metal y de arena,
él gobierna y lo dice:
«Morirá quien yo quiera,
cuando yo lo desee y en el momento justo.
No importa si se ha vuelto del color de las nubes,
si es leopardo o serpiente.
Yo acabaré con él y con su mala estirpe.
Los guardianes me han dicho
que ahora tiene la forma de un alazán oscuro.
Pues bien, poco me importa,
que voy a hacerme un manto con sus crines de seda.»
Eso dijo mi padre sin mirarme a los ojos.