El cielo no es azul y yo alargo los dedos,
rompo el doble cristal que me aprisiona
y vuelo hacia tu pozo
hacia el lugar umbrío donde me desconocen.
(La ventana es muy alta, el río está muy lejos,
y hay un montón de lirios flotando en las orillas).
Luego alcanzo tu nombre y te llamo.
Te llamo por tu nombre y la costumbre de tu nombre.
Me despojo del manto
y me entrego desnuda al festín de los perros.