No puedo saber
si tu muerte
hirió la arena y el musgo
del pasado.
Ávido,
te cubriste de tiempo
con una espada
de odios y silencios.
Cardo tu corazón,
hiel tus ojos,
filo enhiesto y amargo
las manos
que apretaron la sal,
de tus playas
y el surco
de tus lágrimas tardías.
Agua, musgo y arena
para tu corazón vencido:
viejo manto de angustia
que arrasa aun de tempestades
el silencio
y la luz de las estrellas.