Gallardo pasea Zaide

Gallardo pasea Zaide
puerta y calle de su dama,
que desea en gran manera
ver su imagen y adorarla,

porque se vido sin ella
en una ausencia muy larga,
que desdichas le sacaron
desterrado de Granada,

no por muerte de hombre alguno
ni por traidor a su dama,
mas por dar gusto a enemigos,
si es que en el moro se hallan,

porque es hidalgo en sus cosas,
y tanto que al mundo espantan
sus larguezas, pues por ellas
el moro dejó su patria;

pero a Granada volvió
a pesar de ruin canalla,
porque siendo un moro noble
enemigos nunca faltan.

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Hermosas alamedas

Hermosas alamedas
deste prado florido
por donde entrar el sol pretende en vano;
fuentes puras y ledas,
que con manso rüido
a las aves lleváis el canto llano;
monte de nieve cano,
a quien te mira plata,
hasta que el sol en agua te desata;

con diferentes ojos
os miran mis cuidados,
pareciéndome espejos diferentes,
pues veo los enojos
de los tiempos pasados,
para llorar que los perdí presentes;
montes, árboles, fuentes,
estadme un rato atentos;
veréis que he puesto en paz mis pensamientos.

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Hombre mortal

Hombre mortal mis padres me engendraron,
aire común y luz de los cielos dieron,
y mi primera voz lágrimas fueron,
que así los reyes en el mundo entraron.

La tierra y la miseria me abrazaron,
paños, no piel o pluma, me envolvieron,
por huésped de la vida me escribieron,
y las horas y pasos me contaron.

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Llenos de lágrimas tristes

Llenos de lágrimas tristes
tiene Belardo los ojos,
porque le muestra Belisa
graves los suyos hermosos.

Celos mortales han sido
la causa injusta de todo,
y porque lo aprenda dice
con lágrimas y sollozos:

El cielo me condene a eterno lloro,
si no aborrezco a Filis y te adoro.

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LO QUE HICIERA PARIS SI VIERA A JUANA

Como si fuera cándida escultura
en lustroso marfil de Bonarrota,
a Paris pide Venus en pelota
la debida manzana a su hermosura.

En perspectiva Palas su figura
muestra por más honesta, más remota;
Juno sus altos méritos acota
en parte de la selva más escura;

pero el pastor a Venus la manzana
de oro le rinde, más galán que honesto,
aunque saliera su esperanza vana.

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Mil años ha que no canto

Mil años ha que no canto
porque ha mil años que lloro
trabajos de mi destierro,
que fueran de muerte en otros.

Sin cuerdas el instrumento,
desacordado de loco,
con cuatro clavijas menos,
cubierto y lleno de polvo,

ratones han hecho nido
en medio del lazo de oro
por donde el aire salía,
blando, agudo, grave y ronco.

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Mira, Zaide, que te digo

«Mira, Zaide, que te aviso
que no pases por mi calle
ni hables con mis mujeres,
ni con mis cautivos trates,
ni preguntes en qué entiendo
ni quién viene a visitarme,
qué fiestas me dan contento
o qué colores me placen;
basta que son por tu causa
las que en el rostro me salen,
corrida de haber mirado
moro que tan poco sabe.

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Oh libertad preciosa

¡Oh libertad preciosa,
no comparada al oro
ni al bien mayor de la espaciosa tierra!
Más rica y más gozosa
que el precioso tesoro
que el mar del Sur entre su nácar cierra,
con armas, sangre y guerra,
con las vidas y famas,
conquistado en el mundo;
paz dulce, amor profundo,
que el mal apartas y a tu bien nos llamas,
en ti sola se anida
oro, tesoro, paz, bien, gloria y vida.

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Pobre barquilla mía

Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola:

¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.

Como las altas naves
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.

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Por las riberas famosas

Por las riberas famosas
de las aguas de Jarama,
junto del mesmo lugar
que Tajo las acompaña,

alegre sale Belardo
a recibir justa paga
de tantos años de amor,
celos, temor y mudanza.

¡Dichoso el pastor que alcanza
tan regalado fin de su esperanza!

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PREGÓNASE EL POETA

Quien supiere, señores, de un pasante
que de Juana a esta parte anda perdido,
duro de cama y roto de vestido,
que en lo demás es blando como un guante;

de cejas mal poblado, y de elefante
de teta la nariz, de ojos dormido,
despejado de boca y mal ceñido,
Nerón de sí, de su fortuna Atlante;

el que del dicho Bártulo supiere
por las señas extrínsecas que digo,
vuélvale al dueño y el hallazgo espere;

mas ¿qué sirven las señas que prosigo?;
si no le quiere el dueño, ni él se quiere,
tan bien está con él, tan mal consigo.

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PROPONE LO QUE HA DE CANTAR

Celebró de Amarilis la hermosura
Virgilio en su bucólica divina,
Propercio de su Cintia, y de Corina
Ovidio en oro, en rosa, en nieve pura;

Catulo de su Lesbia la escultura
a la inmortalidad pórfido inclina;
Petrarca por el mundo, peregrina,
constituyó de Laura la figura;

yo, pues Amor me manda que presuma,
de la humilde prisión de tus cabellos,
poeta montañés, con ruda pluma,

Juana, celebraré tus ojos bellos,
que vale más de tu jabón la espuma
que todas ellas, y que todos ellos.

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Qué tengo yo que mi amistad procuras

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

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Quiero escribir

Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.

Si el llanto dura, el alma se me queja,
si el escribir, mis ojos, y si en tanto
por muerte o por consuelo me levanto,
de entrambos la esperanza se me aleja.

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Rota barquilla mía

Rota barquilla mía, que arrojada
de tanta envidia y amistad fingida,
de mi paciencia por el mar regida
con remos de mi pluma y de mi espada,

una sin corte y otra mal cortada,
conservaste las fuerzas de la vida,
entre los puertos del favor rompida,
y entre las esperanzas quebrantada;

sigue tu estrella en tantos desengaños,
que quien no los creyó sin duda es loco,
ni hay enemigo vil ni amigo cierto.

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Sale la estrella de Venus

Sale la estrella de Venus
al tiempo que el sol se pone,
y la enemiga del día
su negro manto descoge,

y con ella un fuerte moro
semejante a Rodamonte
sale de Sidonia airado,
de Jerez la vega corre,

por donde entra Guadalete
al mar de España, y por donde
Santa María del Puerto
recibe famoso nombre.

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Sentado en esta peña

Sentado en esta peña,
donde mis tiernas lágrimas se imprimen,
a imitación pequeña
de las que el alma y corazón me oprimen,
presumo enternecella
con soledades de mi Celia bella.

¡Ay Dios!, si el Tormes fuera
a dar a Manzanares sus despojos,
y llevarle pudiera
las lágrimas amargas de mis ojos,
¡qué alegre las llorara
de ver que alguna hasta sus pies llegara!

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Sentado Endimión

Sentado Endimión al pie de Atlante,
enamorado de la Luna hermosa,
dijo con triste voz y alma celosa:
«En tus mudanzas, ¿quién será constante?

Ya creces en mi fe, ya estás menguante,
ya sales, ya te escondes desdeñosa,
ya te muestras serena, ya llorosa,
ya tu epiciclo ocupas arrogante;

ya los opuestos indios enamoras,
y me dejas muriendo todo el día,
o me vienes a ver con luz escasa».

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Serrana hermosa

Serrana hermosa, que de nieve helada
fueras como en color en el efeto,
si amor no hallara en tu rigor posada;

del sol y de mi vista claro objeto,
centro del alma, que a tu gloria aspira,
y de mi verso altísimo sujeto;

alba dichosa, en que mi noche espira,
divino basilisco, lince hermoso,
nube de amor, por quien sus rayos tira;

salteadora gentil, monstruo amoroso,
salamandra de nieve y no de fuego,
para que viva con mayor reposo.

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SOLILOQUIO I

Dulce Jesús de mi vida,
¡qué dije!, espera, no os vais:
que no es bien que vos seáis
de una vida tan perdida.

Pero si no sois de mí,
yo, mi Jesús, soy de vos,
porque quiero hallar en Dios
esto que sin Dios perdí.

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Versos de amor

Versos de amor, conceptos esparcidos,
engendrados del alma en mis cuidados,
partos de mis sentidos abrasados,
con más dolor que libertad nacidos;

expósitos al mundo, en que perdidos,
tan rotos anduvistes y trocados,
que sólo donde fuistes engendrados
fuérades por la sangre conocidos;

pues que le hurtáis el laberinto a Creta,
a Dédalo los altos pensamientos,
la furia al mar, las llamas al abismo,

si aquel áspid hermoso nos aceta,
dejad la tierra, entretened los vientos,
descansaréis en vuestro centro mismo.

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