Un beso

Regálame un beso de tus labios
que me haga vivir y me emocione,
pero que no sea como el de Judas
que me pueda mentir y me traicione.

Un solo beso yo te pido
con el néctar que brota de tu boca,
que despliegue mi ser y mi sentido
cuando sienta tu piel que a mi me toca.

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Invierno (II)

Invierno, viejo amigo, se apaga ya tu pipa;
el humo de la niebla me invade la nariz.
Un lácteo sol, con tierna maternidad, disipa
la hiposa tos del humo que da la bruma gris.

Paterno sol de leche, la nata de la bruma
flota en la fresca fronda de un árbol y, todo es
una plenilunaria palpitación de espuma
que invade en liros sacros la gracias de tus pies.

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Los caracoles

Poetas: caracoles del viento.
En los del mar se oye el fragor marino.
En vosotros se oye el pensamiento.

Un unísono canto levantino
son las fuerzas del bien cuando el acento
del buen amor dirige su camino.

O cuando por perífrasis su aumento
depende las luchas del destino
que da flores de luz sólo un momento.

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Luciérnagas

Relámpagos de un cielo de saturno,
Luciérnagas que pasan por la casa
Y logran alumbrar con luz escasa
El aire familiar y taciturno.

Relámpagos juglares de un nocturno
Y diminuto mundo que, en el asa
A veces de la lámpara, sin brasa,
Por raras circunstancias hacen turno.

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La canción sin palmas

Un ritmo dócil, una emoción sedeña
En qué vaciar el oro de una canción humana,
Que tenga esa fragancia de la novia risueña
Que deja los corpiños olientes a manzana.

Unos vocablos tristes que hagan melancolía.
Y puntos suspensivos que dan tanto temblar,
Se fugen en un largo suspiro de agonía
¡Despertando un recóndito deseo de llorar!

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El día hincha sus llamas

El día hincha sus llamas,
Buscan acribillados la sombra algunos asnos;
Y por entre las ramas
Levantan las cabezas y botan los duraznos.

Niños desherados de hambre y de sed maltrechos
Se acercan al pomar casi maduro.
Una niña harapienta muestra en parte los pechos
Y al ver que hurgo y deploro sus harapos deshechos
Se cubre con las manos el tesoro más puro.

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Queja en futuro imperfecto

Si no creaste otras cosas en tu sabiduría
Un futuro imperfecto más te atormentaría
Si yo no hubiera sido,
Mi vida no sería
Bajo los astros soplo de la tuya, Señor,
¡Cuánta fe faltaría!

Pero tú bien quisiste
En la iglesia de siglos de tu labor increada,
Angustiar esta llama de mi lámpara triste
Que casi no ardió nada

Alargar esta llama que mi carne consume,
Y ponerme muy hondo de este aliento
La intimidad del alma que en apenas perfume
De tu presentimiento.

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Buscando a Dios

«Estas son tres formas elementales de la experiencia de Dios
y de la relación con Dios;
nosotros vivimos por obra de Dios,
ante Dios,
y podemos vivir con Dios»
(Gerhard Ebeling, «Sui Salmi», Brescia 1973, p. 97).

A Dios hay que buscarle
en el verso de la vida,
en la vida sigilosa
y en los latidos del alma.

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La justicia

En la justicia justa,
sólo vive la gesta de la paz.

Nadar en armonía,
sin vencedores
ni vencidos,
es el más cálido
concierto a la concordia
y el más sublime ensamblaje justo.

El hombre tiene hambre,
hambre de ley natural
ante tanta ley sin ley
a la justicia social,
necesidad de vuelo,
ansiedad de verdad,
frente a tantas necias necedades.

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La libertad

Toda acción bélica es abusiva,
por la reacción de odio que genera,
por su terror, bandera que abandera,
por el desamor de llamas que aviva.

Toda intriga bélica es revulsiva,
crea mal y repele alma sincera:
es necio modo de humanizar fiera,
de amparar derechos de forma altiva.

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Niños pobres y niños ricos

La acogida, el amor, y el servicio al niño,
nota distintiva de las familias cristianas.
(Juan Pablo II.-
Exhortación apostólica postsinodal Familiaris Consortio,
noviembre de 1981)

Los niños del mundo pobre,
se les recluta para ser escudos,
se les arma para ser guerreros,
se les adoctrina para ser leones,
y a cambio de pan, reciben odio,
que les mutila la sonrisa del alma.

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El bitorso

Para Laura Orozco
y Fernando Solana

Todo.
Te empujo el palabrerío
que me hace el cuerpo,
te soplo la lengua
que te gritas.
Hela ahí habla verrionda
de boca en boca.
Él la habla,
hablija de ella deshablada en la quemadura queda del aire,
su duna adelia su puente adunco,
nabla de su rijo que cantarilea las gémulas de su ardida.

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Último

Canto azuceno o anémona del frío, el curso procuroso y procuroso de la voz lidiada hace cima y cerco de su cisma, ya castillo que se pone asedio a sí mismo. ¡Gran cosa tuviera que ser el poema para fundar tal enclave torreado y arcifinio donde la guerra sin paz no gana!

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Abril

Como la brisa apareció en la tarde
de aquella tibia calle con naranjos.
A mi encuentro venía lentamente,
como si no quisiera llegar nunca
o buscara quién sabe qué misterio.
Por fin llegó a mi altura y se detuvo
-justo cuando esperaba su pregunta
con ese rubio acento de ojos claros
que tienen las muchachas extranjeras-
a coger unas flores de azahar,
hasta entonces tan lejos, de tan cerca.

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Como lumbre

Con la luna has llegado hasta el umbral
sin que a tu voz ladraran mis mastines.
Segura y fácilmente
has abierto la puerta
de mis ojos,
como si siempre hubieran sido tuyos.
Luego, en silencio -mientras iban
cayendo
una
a una
todas tus prendas en el suelo-
el lóbrego pasillo que sube al corazón.

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El atajo

No es que yo viva para la añoranza
ni que, a menudo, ande cabizbajo
pero, si alguna vez se viene abajo
mi corazón y pierdo la esperanza,

si retrocede la ilusión y avanza
sombrío el desaliento, no hay atajo
mejor, para ponerme a salvo bajo
el cielo, que volver a la bonanza

de aquella luz, de aquella primavera,
de aquel tiempo de sueños sin frontera
cuando nada se sabe de la muerte.

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El cuadro

(Gaspar Melchor de Jovellanos,
por Francisco de Goya)

Como un lento, oscuro, inmenso
mar que anega el corazón,
crece mi desolación
hoy, más cuanto más lo pienso.
Tan débil, tan indefenso
me hallo ante la soledad,
la responsabilidad,
los ataques, las intrigas…
Y carcomidas mis vigas
por la pobreza y la edad.

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Flor de un día

Si siempre ha sido flor
de un día la esperanza
y hasta la piel que tocas
mañana será nada;

si todos somos nadie
y nadie supo nunca
que fuera más que sombra,
que fuera más que duda;

si ni siquiera sé
si aún nos queda tiempo,
¿qué me quieres pedir?

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La arriada

Mana recuerdos tibios
la tarde de noviembre
mientras sobre la cama
me acostumbro a la muerte.
Acodado y absorto,
un niño, desde el puente,
contempla, al sol, las barcas.
Con ojos transparentes
el niño mira, y tiembla
el agua en las paredes.

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La dicha

Tal vez la dicha sea, entre otras cosas
cotidiana y hermosamente simples,
venir, como esta tarde, a recogerte,
a la salida del colegio, ¿sabes?,
y bajo el sol dorándose en tu pelo,
llevarte de la mano y sorprenderme,
como si del olvido regresara,
de ver que ya me llegas justo al pecho
y de lo mucho que a ella te pareces;
y al aire nuevo de la primavera,
pasear por el parque y de palomas
llenarme el corazón y la mirada
cuando alegre me cuentas que sacaste
un siete en Naturales y que Bea
te ha invitado a su fiesta de cumpleaños.

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La vida

Del alba a la agonía
la vida es duda. ¿Acaso
pena? No viene al caso
hablar de la alegría.

Solo o en compañía
lo mismo, paso a paso:
mañana, tarde, ocaso…
y nada cualquier día.

Del alba a la amargura
hay tal vez lo que dura
sólo la primavera.

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Puente aéreo

Como raudas torcaces invisibles
uniendo con sus alas lejanías,
sobre la mar brumosa del olvido
mis pensamientos cada noche cruzan
el tiempo que separa, para siempre,
nuestras islas hundiéndose en las olas.
En sus anillas llevan temblorosos
mensajes que son brasas, que son labios,
que son besos soñados hondamente.

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Blues para Clara

¿Dónde hay un cuerpo para habitar?

Estos tristes duos no significan el amor,

solo la parte que sobre de cada uno.

¿Dónde un cuerpo abierto en lo estrecho?

¡Entramos a las ciudades con maletas vacías,

arrojamos el corazón

al fuego de la incertidumbre!

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Canción para Laura

Un país donde el mar y la carne fueran un
[templo
donde el cuerpo y el agua al unirse
donde la partición de los ojos enamorados
dieran luz a un palacio inmenso

Un pájaro de lunas abiertas, ensangrentado,
desatara el inusitado fervor
la baraja de lo Inesperado saltando como un
[ácido
dieran luz a un palacio inmenso

La transpiración del mar este alcohol
la fiebre que bordea los espejos
la risa inocente como un aullido
dieran luz a un palacio inmenso

Una mariposa negra desde el abismo del techo
una araña crucificada que canta su sombra
insecto cuerpo, sacromonte
dieran a luz un palacio inmenso

querer aquí la vida
esta mano este cuello estas bocas
este deseo bajo la mirada del tigre
dieran

El círculo de tiza en la máscara brillante
la herida en la más abierta acabar
acabar
dieran luz

Un país Un país comarca encendida
el húmedo paisaje donde la luna roja se estrella
y bendice la unión de dos cuerpos bajo las
estrellas
dieran a luz un palacio insomne

La puerta que se abre sin estar cerrada el
[murmullo
de las paredes desprende una palabra
[incomprensible
que cubre de misterio el desierto arrasado del
[amor
dieran luz a un palacio inmenso

aquello que no supimos pronunciar con
[nuestras palabras
aquello que reclamó palabras nuevas para su
[fiesta
aquello que rima con alegría y espanto

como certeza en lo blando
risa en lo oscuro
huesos de diamante
dieran luz a un palacio inmenso

También los años que se abren paso como un
[asesino perfecto
las bocas vacías quebradas mudas que han de
[darse
al vidrio donde duerme la espuma blanca
[dieran luz a palacio

el amor diera luz
el abrazo diera luz
la entrega diera luz
y en un gran concierto de glorias y derrotas
dieran luz a palacio inmenso.

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Copa en celo

Abril ha llegado con el atraso de las hojas

el susurro del arco en la vena de la medialuna

la cabeza que arde en el eco del infierno.

Si llegas a saber quién soy

o esperas que te nombre entre tanta ruina

pondré un beso en el nadie que se existe.

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Explicación a María

Con la crin torneando la voluta de aire sobre la que nos
posábamos.
Ala corta para el infortunio,
la desproporcionada sed de cada mañana.

Solo como una flor en el desierto de piedra
dejaba estar las horas a mi lado, no buscaba,
en la parquedad de esos instantes vislumbré la vida.

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Flor caída

El hombre que yo era empeñado en demostrar
la imbecilidad de vivir
la piel desnuda flor seca
ambulaba por el mundo.
Tomaba un ritmo del aire, una flor del éxtasis
en el placer caía en el humo.
La flor de la hez de la palabra.

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Un sueño de Paracelso

Mago de espina seca
astrada medialuna
bajo el carmen perfecto vio
dos mañanas de fuegos azules
ardiendo entre cristales sabios
el amor lejos siempre de la sabiduría
más calor, más agua verde,
amenazando qué estirpe religiosa
tras la cortina
el pasillo laberinto
el silencio y la letra
creció el humo y nació la piedra
la virtud.

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Ópera prima

Dos mujeres bajo la luz conversan
cinturón de plata ciñendo
nadie habrá entre plata y piel
dos mujeres conversan bajo el abanico dorado del aire
palabras similares para cinturón y piel
‘nadie como el oscuro’
bajo la luz conversan

y de lo cierto incierta palabra dará testimonio

dará una hermana muerta
envuelta en el collar de sus ojos

cuando acuerden será sobre algo que no existe

las dos mujeres que conversan
abren en el aire del dorado abanico
a ese nadie que plata y piel transita
buscando no repetir lo irrepetible

simulaban siempre otra existencia
la que era otra y otras en las que eran
El sentido de las canciones
¿pero dicen visión ?

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Tráfico pesado

Un pájaro con un cajón en la boca.
Un galeón de oro tripulado por ratones blancos.
Un pez que cuando nada a dos aguas desgarra
(el casco de todos los barcos.
Una hora de nuestra vida que no lograremos recordar.
Una botella de whisky vacía con la lengua de un náufrago.

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