Cuando era de cera

Cuando era de cera
no sentía nostalgias
ni temblores en los dedos

quién era yo
sino un feto
fácil de mascar
no me urgía ser feliz
pasaba la una
y bajo ella las nubes
una y otra vez

la jaula era un nirvana intrauterino
no existía el sol
además no pensaba en ti
más hoy que la vida me empuja
y soy el empujado
me urge vivir.

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Elegía y postal

No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.

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Debí ser nazi

Debí ser nazi
en mi vida precedente
un traidor o algo así
porque ahora todo me va mal
desde la poesía
hasta el pantalón
me quedan cortos
pero debí ser simple intermediario
ni siquiera el que dictaba las órdenes
sino el que ejecutaba y huía
puesto que mi sufrimiento es duro
tiene tristeza
su dosis de incertidumbre
ambigüedades
ni siquiera para sufrir
estoy definido

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En vano

En vano te he buscado.
Atrás quedan las horas
que tanto fueron tuyas.
Murieron.
Se fueron para siempre
con tu beso,
tu beso perdido en la cuenca
de mi mano,
roto de frío,
mientras que aquel portal sigue en su sitio,
y la casa se cae,
me dicen.

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La chica de la maleta

Esta fría mañana tan cerca de diciembre
no tomé el desayuno, no he leído el periódico,
no me metí en la ducha después de la gimnasia
(esta oscura mañana no quise hacer gimnasia)
no subí la persiana para asomarme al cielo
ni he mirado en la agenda las promesas del día.

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La chica más suave

Perteneces -lo sabes- a esa raza estafada
que el dolor acaricia en los andenes.
Medio mundo de engaño conociste
y el resto fue mentira.
Has llegado hasta aquí
huyendo de mil días
que pasaron de largo.
Has llegado hasta aquí
para mostrar a todos tu inefable pirueta,
ridículo equilibrio,
ese nado a dos aguas,
piedra de escándalo,
ese triste espectáculo que ofreces,
esas gotas de miedo que salpican
tus insufribles lágrimas.

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He perdido mi carné

Yo no me sé reunir con sabios
Cambio de acera cuando los encuentro
Y no les devuelvo el saludo

He perdido mi carné
Para ingresar al reino de la poesía
Intento colarme por una ventana
Pues no quiero estar con la muchedumbre
Que hace fila con su boleto en mano

He decidido que un día
Pondré una bomba
Nada poética
Para que desalojen el paso
Mujeres poetas
Indios poetas
viejos farsantes

Y los editores

Así entraré sin dar tregua
Tímidamente
Con todas mis farsas y con mis fuerzas
Pues ando totalmente fuera de mis controles

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La cólera de un viento

Dormir algunas veces cuesta mucho.
Lo digo por el whisky doble
y por los calcetines que preciso
y por cómo arrancaste mi foto de tu cuarto,
con aquella amargura en los labios crispados.
Desde entonces yo trato de imitarte:
pongo cara de cínica, troceo tu corbata,
y vuelvo indiferente la almohada.

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Las hojas muertas

Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así –voluptuosa-
su letra breve te acompaña.

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Primeras soledades

Atardeceres rojos de otra edad,
Quemándome sin arder.
Ya no sabía qué decir, qué hacer.
Me pesaban las horas como lentos relojes
Que se llevara el sol en su caída.
Sabía
Que aquella luz rabiosa me llamaba desde lejos:
Algo tengo que ver con ese fuego
Que me enciende los ojos,
Mientras los árboles oscurecen
Como barcos perdidos,
Y las casas parecen blanquear un momento
Antes de convertirse en sombras, con la mía,
Recostadas en los picos de la sierra.

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Se piange, se ridi

Te diré que no supe si reír o llorar
después de todo
pero estaba feliz,
demasiado feliz, sospecho ahora.
Recuerdo que me hablaste
de que empezaba a amanecer,
el cielo parecía algodón sucio.
Lo más inolvidable será siempre
el aire fresco y dulce que crecía,
igual que una caricia, entre dos luces.

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La era del moscardón (Tragué)

Tragué un rayo de mundo y la primera injuria
brotó del borde de mis labios
desde que salí del orificio para oler la luz

hoy sale de mi boca una mosca y silba

no soporto estos adornos cuando mis tobillos
están aprisionados por grilletes
y mis manos amarradas por el jade
por el oro

parezco el talismán de alguna loca

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Yo, feminista. en un concierto

A Teresa Gómez

Cuadros para una exposición de Moussorgsky
juegos de cartas de Stravinsky
(intermedio de las mil y una noches de Strauss)
que hoy puedo ya oír la música en vaqueros
dice mi amiga -digo- que a fin de todo y cuentas
las mujeres no existen sino

como apresuradamente sucias o amorales
-pero tan temblorosas por el frío-.

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Lo cuerdo es montar en rabia

Lo cuerdo es montar en rabia
salir a la calle y gritar
a todo galillo
que es más indecente el mundo
y el más perverso de todos mis actos

Como el pirata que navega en tina
y tiene un pato de hule
como enemigo
mi vida es farsante

el más hiriente de mis fracasos
echa raíz
profunda raíz en mi autoestima

Voy a tirar lleno de furia bolas de chicle al mundo
como hasta hoy
beberé más café
y rojo de ira seguiré andando

No puedo
ser delicado
sutil y mentirme
no quiero.

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Mis vecinos

Mis vecinos
Un italiano vulgar que golpea la puerta de otros
viejos italianos

Ayer se pasaron tres negros al cuarto vecino
y a qué negro no le gusta gritar
mientras baila cuando en la madrugada
yo intento dormir

Ahora viven frente a mi cuarto
dos novios
putean de noche
y este hotel de mierda se pone cada día peor

mientras en otros cuartos gimen
yo estoy chingándome los pulmones

este amanecer
haré solo mi propia fiesta y mañana
tendré un gran día
cualquier cosa me complacerá
no estaré en desacuerdo
ni me iré echando pestes de ninguna parte
seguramente
la felicidad que busco no está en este cuarto
en ninguna habitación del mundo
sino en la turbulencia que deja en mis labios
en todo mi cuerpo que tiembla hasta el amanecer
por la resaca de los amores perdidos.

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Una margarita de aquí para abajo

Una margarita de aquí para abajo

Señores, sean bienvenidos al ciclo de la nueva era
es hora de acostarse conq uien les plazca
y de irse a los golpes con una monja
Es hora de continuar con el conformismo
y de contar con las cacofonías
Es hora, señores, de cantar una balada cósmica
de escuchar a las estrellas
las ilusiones
en bolas naturalísticas
llegó la hora de que renazcan los primeros destructores
Es necesario redescubrir
el agua azucarada
a Jimmy Hendrix
a las moléculas
Me estoy desnudando, lo sé, en un mundo que ya está desnudo
llegué muy tarde
pero llegué subiendo en espiral
vine de punta, pero en espiral
para apoderarme de los espacios
porque yo, señores, trasformaré en tiempo todos los espacios
y me importa un bledo descubrir algo nuevo.

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Esta sin arrogancia

Esta sin arrogancia
no ha reclamado nunca mi soledad vencida.
Ni esa que extraviada en los jardines puede olvidar el
sitio de cada mano,
ni la que demorándose en alcoholes
puede decir el sitio de cada beso.
Ni tan siquiera aquella que en su boca
es culpable no ya de lo que dice
sino de cuanto pasa en el lenguaje.

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