Tu amistad como un amor no menos lúcido,
una marea que desobedeciera a la luna;
días de aguas altas hasta cubrir las rocas,
y luego -enfática- la resaca.
Pero la sangre sabe,
ninguna levedad impugna su destreza;
de lo vivido en aquellos días
quedan en verdad algunos momentos,
ya la invulnerable a la mala memoria
ya las pretensiones del tiempo.