La última calle de la ciudad no existe,
en las orillas a todas horas nacen calles
bajo los pies de los que pasan,
y transitan muchos más sueños
de los que el gobierno se imagina;
por eso no es posible contarlas,
no es posible manejar a la ciudad
con una tabla aritmética;
en realidad nadie sabe qué ocurre,
nacen calles de los nombres que se piensa ponerles
y hay que estar inventando palabras nuevas
para simular que la situación se ha dominado.