Jaimito el conejito
de casa se escapó.
Y corre que te corre
desapareció.
De pronto se encuentra
un gran cazador
que con su escopeta
un tiro lanzó.
Corre el conejito,
Le sigue el cazador,
entra en su casita,
y la puerta cerró.
Jaimito el conejito
de casa se escapó.
Y corre que te corre
desapareció.
De pronto se encuentra
un gran cazador
que con su escopeta
un tiro lanzó.
Corre el conejito,
Le sigue el cazador,
entra en su casita,
y la puerta cerró.
Mi gato es hermoso,
De un color maravilloso.
De él yo estoy muy orgulloso,
porque es bueno y cariñoso.
Y además es muy gracioso,
Este gato tan curioso.
Gato guapo y muy armonioso,
¡Te quiero mucho, precioso!
Cuando me cortan el pelo
las tijeras de mamá
van diciendo en su aleteo:
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!
Vuelan ellas, vienen, van
Pero siempre cuchichean
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!
Cuando me cortan el pelo
las tijeras de mamá
Hablan más de lo que cortan
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!
Arriba canta el pájaro
y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo,
se me abre el alma).
¡Entre dos melodías,
la columna de plata!
Hoja, pájaro, estrella;
baja flor, raíz, agua.
¡Entre dos conmociones,
la columna de plata!
El alba me sorprende
buscando entre los lirios
la huella de tu paso.
¡Imajen del naciente,
que yerras en los hilos
del renacer temprano!
¿En dónde el blanco tenue
que luzca en el sol fino,
por el frescor morado?
Cantan, cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Llueve y llueve. Aún las casas
están sin ramas verdes. Cantan, cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaula.
No hay niños que los vendan.
El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
– ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
– ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
– ¿Y qué más?
El hada más hermosa ha sonreído
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana.
Y vuelve a sonreír porque en su rueca
el hilo de los campos se enmaraña.
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
A quien nos justifica nuestra desconfianza
llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
que dio a cascar al diente de la sabiduría.
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Áyax era más fuerte que Diomedes,
Héctor, más fuerte que Ayax,
y Aquiles el más fuerte; porque era
el más fuerte…¡Inocencias de la infancia!
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Es mediodía. Un parque.
Invierno. Blancas sendas;
simétricos montículos
y ramas esqueléticas.
Bajo el invernadero,
naranjos en maceta,
y en su tonel, pintado
de verde, la palmera.
Un viejecillo dice,
para su capa vieja:
«¡El sol, esta hermosura
de sol!…» Los niños juegan.
Vamos hacia los árboles… el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.
Señor, mi queja es ésta,
Tú me comprenderás;
De amor me estoy muriendo,
Pero no puedo amar.
Persigo lo perfecto
En mí y en los demás,
Persigo lo perfecto
Para poder amar.
Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.
La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Niño, vamos a cantar
una bonita canción;
yo te voy a preguntar,
tu me vas a responder:
Los ojos, ¿para qué son?
?Los ojos son para ver.
?¿Y el tacto? ?Para tocar.
?¿Y el oído? ?Para oír.
Velloncito de mi carne,
que en mis entrañas tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!
La perdiz duerme en el trébol
escuchándole latir:
no te turben mis alientos,
¡duérmete apegado a mí!
Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir,
no te sueltes de mi pecho:
¡duérmete apegado a mí!
Duerme, duerme, dueño mío,
sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.
Duerme, duerme y en la noche
seas tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.
Ésta que era una niña de cera;
pero no era una niña de cera,
era una gavilla parada en la era.
Pero no era una gavilla
sino la flor tiesa de la maravilla.
Tampoco era la flor sino que era
un rayito de sol pegado a la vidriera.
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es la ronda de astros
quien te va meciendo.
Gozaste la luz
y fuiste feliz.
Todo bien tuviste
al tenerme a mí.
Duérmete, mi niño,
duérmete sonriendo,
que es la Tierra amante
quien te va meciendo.
Pregón
El mar, la mar
Se equivoco la paloma
A volar
Del barco que yo tuviera
Ja, je, ji, jo, ju
Madrigal de Blanca-nieve
¡Madre, vísteme!
Nana de la tortuga
Nana del niño malo
La niña que se va al mar
La novia
El platero
Por qué me miras tan serio
Gatos, gatos y más gatos
me cercaron la alcoba en que dormía.
Pero gato que entraba no salía,
muerto en las trampas de mis diez zapatos.
Cometí al fin tantos asesinatos,
que en toda Roma ningún gato había,
más la rata implantó su monarquía,
sometiendo al ratón a sus mandatos.
Sobre el cuerpo de la luna
nadie pone su calor.
Frente a frente sol y luna
entre la luna y el sol
que se buscan y no se hallan
tú y yo.
Pero por fin se hallarán
nos hallaremos, amor,
y el mundo será redondo
hacia nuestro corazón.
El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos.
Mañana no seré yo:
otro será el verdadero.
Y no seré más allá
de quien quiera su recuerdo.
La nena astuta
Un lobito muy zorro junto a un cortijo
se ha encontrado a una niña
y así le dijo:
– Mira niña, vente conmigo a mi viña
y te daré uvas y castañas.
Y respondió la niña:
– No, que me engañas.
¡Qué mejor oración,
qué mayor ansia
que sonreír a las rosas
de la mañana;
ponernos su alma bella
en nuestra alma;
desearlo todo
con su fragancia!
¿Mar desde el huerto,
huerto desde el mar?
¿Ser el que pasa cantando,
oírlo desde lejos cantar?
Hallarme en las manos
jazmines con sol,
con el primer sol;
saber que amanece
en mi corazón;
oír en el alba
una sola voz…
Eso quiero yo.
Regresar sin odios
cerrar sin pasión;
soñarme en las manos
celindas con sol,
el último sol;
dormir escuchando
una sola voz…
Eso quiero yo.
(Anda el agua de alborotada. Romance popular).
Doraba la luna el río
(¡fresco de la madrugada!)
Por el mar venían las olas
teñidas de luz de alba.
El campo débil y triste
se iba alumbrando.
Verde es la niña. Tiene
verdes ojos, pelo verde.
Su rosilla silvestre
no es rosa ni blanca. Es verde.
¡En el verde aire viene!
(La tierra se pone verde)
Su espumilla fulgente
no es ni blanca ni azul.