Llevarte quiero dentro de mi piel,
Si bien en la lontananza aún te acecho,
Para rescatar la perdida miel.
Contemplándote como un perro fiel,
En el día te sigo trecho a trecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel.
Llevarte quiero dentro de mi piel,
Si bien en la lontananza aún te acecho,
Para rescatar la perdida miel.
Contemplándote como un perro fiel,
En el día te sigo trecho a trecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel.
Yo se que eres una ave fugitiva,
Un pez dorado que en las ondas juega,
Una nube del alba que desplega
Su miraje de rosa y me cautiva.
Se que res flor que la niñez cultiva
Y el hombre con sus lágrimas la riega,
Sombra del porvenir que nunca llega,
Bella a los ojos, y a la mano esquiva.
¡oh! Cuánto tiempo silenciosa el alma
Mira en redor su soledad que aumenta
Como un péndulo inmovil: ya no cuenta
Las horas que se van!
No siente los minutos cadenciosos
A golpe igual del corazón que adora
Aspirando la magia embriagadora
De tu amoroso afán.
He aquí, lector, la diminuta llave
Que guarda de mis joyas el tesoro;
Privanme la modestia y el decoro
De que yo te las muestre y las alabe.
Quizás tu lente, escrutador, acabe
Por no hallar en mi cofre perlas ni oro
Si tal descubres, por tu honor imploro
Que no lo digas a quien no lo sabe.
Dios dijo al ave de los bosques canta,
al tierno caliz de la flor, perfuma
a la estrella, los mares abrillanta,
al sol invade en la azulada bruma
al ambiente suspira, al mar encanta
con tus bellezas de argentada espuma
y a ti mujer para el odio nacida,
te ha dicho acaso dios
¿ ama y olvida ?
la lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro
acepto la luz
bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris
acepto el duelo y la fiesta
no he llegado
no llegaré jamás
en el centro de todo
esta el poema intacto
sol ineludible
noche sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de palabras
husmeo su esplendor
su huella
sus restos
todo para decir
que alguna vez
estuve atenta
desarmada
sola casi
en la muerte
casi en el fuego
Así debe ser el rostro de dios
el cielo rabiosamente cruzado
por nubes grises, violetas
y naranjas
y su voz
el mar de abajo
diciendo siempre lo mismo
tan monótono
tan monótono
como el primer
y el último día
Perdidos en la niebla
el colibrí y su amante.
Dos piedras lanzadas
por el deseo
se encuentran en el aire.
La retama está viva,
arde en la niebla, habitada.
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el huesos del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme nada infinita
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volve
el poema es mi cuerpo
esto la poesía
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se tocan
y te recuerdo dickinson
precioso suave fantasma
errando tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro en llamas
póstuma estrella de verano
y caes hecha pájaro
hecha nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado —
I
Se fue el día,
las escamas del sueño giran.
Todo desciende,
la noche es el tedio.
En el desierto, a oscuras,
temerosa del amor
la ostra llora a solas.
Caen las lívidas hojas de tu frente,
Te alejas, negra burbuja sin destino.
Él abre la boca
es roja por dentro
ella abre los ojos
su córnea es blanca
como la luna
se está quieta
la córnea luna
iluminando apenas
la bienamada encía
adentro
con silencio
a boca cerrada
a oscuras
habitan ambos
Un poema
como una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo
yo y el gran aire
de las palabras
Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia
tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo
así cayeron en la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto
crece el yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y se vuelve
a escribir
hasta el último aliento
sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que apenas estuvo
He dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna
a morir la eternidad
es la oscura bisagra que cede
un pequeño ruido en la noche
de la carne
soy la isla que avanza sostenida
por la muerte o una ciudad
ferozmente cercada
por la vida
o tal vez no soy nada
sólo el insomnio
y la brillante indiferencia de los astros desierto destino inexorable el sol de los vivos se levanta reconozco esa puerta no hay otra hielo primaveral y una espina de sangre en el ojo de la rosa.
Junto al pozo llegué,
mi ojo pequeño y triste
se hizo hondo, interior.
Estuve junto a mí,
llena de mí, ascendente y profunda,
mi alma contra mí,
golpeando mi piel,
hundiéndola en el aire,
hasta el fin.
juega con la tierra
como con una pelota
báilala
estréllala
reviéntala
no es sino eso la tierra
tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño
la tierra entre tus pies
gira como nunca
prodigiosamente bella
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
así alumbra su blanco la tiniebla
así nace la interminable coda
así la mosca desova en el hilo de luz
la tierra gira
el ojo de dios no se detiene
qué haríamos pregunto
sin esta enorme oscuridad
Las manos a la altura del aire
a dos o tres centímetros del vacío
no se mirará nada preciso
la polvareda que pasa
el inesperado cortejo de plumas
arrancadas al vuelo
la nubecilla rosada y tonta
que ya no es
el cierraojos y el ábrelos
en la breve opacidad
de una luz que no se ve
y el sueño pies de goma
y azules y brillantes
las estrellas
rientes
párpado sobre párpado
labio contra labio
piel demorada sobre otra
llagada y reluciente
hogueras
eso haremos a solas
Como una moneda
te apretaré entre mis manos
y todas las puertas cederán
y lo veré todo y la sorpresa
no quemará mi lengua
y comprenderé entonces
el crecimiento de las plantas
y el cambio de pelaje
en las pequeñas crías.
la muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada
trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no se borran
no se borran
El ratón te contempla extasiado
la araña no se atreve a descender ni un
milímetro más sobre la tierra
el café es un espectro azul sobre
la hornilla
dispuesto a desaparecer siempre
oh sí querida mía
son las siete de la mañana
levántate muchacha
recoge tu pelo en la fotografía
descubre tu frente tu sonrisa
sonríe al lado del niño que se
te parece
oh sí lo haces como puedes
y eres idéntica a la felicidad
que jamás envejece
quédate quieta
allí en ese paraíso
al lado del niño que se te parece
son la siete de la mañana
es la hora perfecta para comenzar
a soñar
el café será eterno
y el sol eterno
si no te mueves
si no despiertas
si no volteas la página
en tu pequeña cocina
frente a la ventana
morir cada día un poco más
recortarse las uñas
el pelo
los deseos
aprender a pensar en lo pequeño
y en lo inmenso
en las estrellas más lejanas
e inmóviles
en el cielo
manchado como un animal que huye
en el cielo
espantado por mi
Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta
a J.B.
Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo,
sombra veloz, nubes de espanto,
oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.
Quítate el sombrero
si lo tienes
quítate el pelo
que te abandona
quítate la piel
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras
Vuelvo a contar mis dedos.
(La flor helada, la desconocida cabeza que
me acecha se descuelga y da voces),
yo miro las paredes y sus frutos redondos y veloces,
hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes
y árboles que persiguen a los hombres
y perlas arrancadas de malignos estanques
o de negros pulmones sepultados
y horriblemente vivos.
Dejé al demonio encerrado
en un cajón
en su pequeño lecho de crespón
afuera el ángel vuela
toca la puerta
espera
en una mano la rima
como una lágrima
en la otra el silencio
como una espada
échame de mi cuerpo
son las doce
sin sol ni estrellas
Árbol que eres un penoso relámpago,
veinto que arrebatas una ardiente materia,
bosques de rayos entre el agua nocturna;
¿he de decirles que para mí se está forjando
unapesada joya en mi corazón, una hoja
que hiende como una estrella el refucio de la sangre?
Most musical of mourners, weep anew!
Not all to taht bright station dared to climb.
Shelley
Tejido con las llamas de un desastre irresistible,
atrozmente vuelto hacia la destrucción y la música,
gritando bajo el límite de los golpes oceánicos,
el hueco veloz de los cielos llenándose de sombra.
Soy un cuerpo que huye, sombra que madura
con un murmullo de hojas en tu mirada
igual al mediodía cruel y esplendoroso:
mar, ala perdida, párpados de nieve,
casto sonámbulo entre materias corrompidas,
ola sedosa en que tristemente espejeo.
Toda palabra es mía cuando estoy a la orilla
de tus ojos, mar, todo silencio es mío.
alma del fuego : el canto
fuego del canto : el alma
canto del alma : el fuego
fuego del alma : el canto
canto del fuego : el alma
alma del canto : el fuego
Debiera haber punto final así no más de golpe
como esos atropellos súbitos donde no hay tiempo de quejarse
Tal vez tres puntos suspensivos en libarnos el reposo
y nos estos etcéteras hirientes en fondo cruz de llantos
Debiera haber paréntesis ligeros que ahorquen nuestro infierno
hasta hacerlo un blanco silencio en polvo
Ni una sola coma más para los pasos
Jamás etcéteras que apiñan tantas llagas
más sombras
más espinas
presagiadas en ácidas tijeras de otros pasos
Leyenda amarga que sangra siempre en los caminos
E T C E T C
s o a x e e
t r m t j n
o p i r i i
s e n a e z
s o v n a
s i d s
a o
d
o
s
¿Hubo un jardín
o fue el jardín un sueño?
Borges
¿Hubo luna en nuestro sueño
o fuimos un error con dos ventanas?
(el puente de tu cuerpo se me apaga)
¿Hubo error en nuestro sueño
o fuimos las ventanas de la luna?
La palabra acampando sobre las ráfagas del acto
Las arterias del sueño y sus fosforescencias
y su fósforo y su esencia
las arte-risas del sueño
El alma vórtice del fuego
vértice del juego
El corazón
sus incesantes danzas
sus lanzas acezantes
su compás de carne
marcando a sombraluz
el tiempo de la voz y de la hoz definitivas
Los alcances del aire
más los dedos de otros aires
precipitándose por los abismos sin fin
La locura y sus caricias rojas
y su cópula frenética sobre las ascuas
Los ojos secretos disparos en la noche
Los ojos astros
Los ojos antros
Los ojos estos
Los ojos estros
Los ojos ostras
Los ojos hostias
Los ojos luna
Los ojos duna
Los ojos duda
Los ojos hiel
Los ojos miel
Los ojos lluvia
Los ojos Yo-vía
Los ojos llovían
Los ojos raíz
Los ojos raíl
Los ojos Tú
Los ojos Tú en Él
Los ojos túnel
Los ojos cúspides azules
(en Hiroshima alguien pintaba sólo ojos)
Las claves del sentir
sus aguas misteriosas
sus espejos de sangre viva
su ebriedad en hilos sucesivos
su ubriedad de incisivos filos
Los vértigos reptantes
como el amor vencido entre celestes gozos
El reposo de agua pura
sobre los campos azotados por la sed inexorable:
cuerpos nuestros que se repiten entre los escombros
en flamas de espera de esperanza
La frente en llamas
en ya máses infinitos
El infierno en mi mente
El inminente invierno
Poesía hirviente
Hiriente poesía
El destino
El des-tino
El desatino
El des a ti NO!
Restos
Restas
Llave de memoria
que escancia lo soñado
Lo que estalla
en humo de fracturas
El doble eclipse
que asoló los nombres
sobre las ánforas de hielo
Descamina el inverso pie del corazón
insomnes insombres brazos-brasas
tras la líquida extensión de los ocultos
y en todo trance somos polvo
¿Cómo ignorar tu celosía de ayes?
Tú : Yo
Tuyo tu Yo
(Tú -Yo)
Soy tuyo
Soy tu Yo.
Tú sabes que nunca tuve edad
sólo latidos
para anunciar todo el rocío
que escancia tu cuerpo
sobre el último lirio del deseo
Sólo este canto que a flor de sed creciente
subraya mi destino
Sólo este nave insomne
que vara en ti sin que lo sepas.
El arco iris atraviesa mi padre y mi madre.
Mientras duermen. No están desnudos
Ni los cubre pijama ni sábana alguna
Son más bien una nube
En forma de mujer y hombre entrelazados
Quizás el primer hombre y la primera mujer
Sobre la tierra.
Si la mitad de mi cuerpo sonríe
La otra mitad se llena de tristeza
Y misteriosas escamas de pescado
Suceden a mis cabellos. Sonrío y lloro
Sin saber si son mis brazos
O mis piernas las que lloran o sonríen
Sin saber si es mi cabeza
Mi corazón o mi glande
El que decide mi sonrisa
O mi tristeza.
Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora
Si el corazón se nubla el corazón
La amapola de carne que adormece
Nuestra vida el brillo del dolor arroja
El cerebro en la sombra y riñones
Hígado intestinos y hasta los mismos labios
La nariz y las orejas se oscurecen
Los pies se vuelven esclavos
De las manos y los ojos se humedecen
El cuerpo entero padece
De una antigua enfermedad violeta
Cuyo nombre es melancolía y cuyo emblema
Es una silla vacía
Perdido en un negro vals, oh siempre
Siempre entre mi sombra y la terrible
Limpieza de los astros, toco el centro
De un relámpago de seda, clamo
Entre las grandes flores vivas,
Ruedo entre las patas de los bueyes, desolado.
Cuando llega el momento llega y llega
Cada día el momento de sentarse humildemente
A defecar y una parte inútil de nosotros
Vuelve a la tierra
Todo parece más sencillo y mas cercano
Y hasta la misme luz de la luna
Es un anillo de oro
Que atraviesa el comedor y la cocina
Las estrellas se reúnen en el vientre
Y ya no duelen sino brillan simplemente
Los intestinos vuelven al abismo azul
En donde yacen los caballos
Y el tambor de nuestra infancia
adentrándonos en interrogaciones que nos llevaron a descubrir
al culpable de cuanto pudiera estar sucediéndonos.
Y fue como perdimos la nariz, los ojos y nos arrancaron las
extremidades, y perdimos las orejas, otros extraviaron
la risa en la mesa de las operaciones.
Me estoy muriendo mordí el anzuelo, caí en las trampas
estúpidamente, y ahora me contradigo con facilidad,
me extravío, me pierdo, y con la luz de un lamparín
cruzo puentes rústicos donde nadie me espersa,
donde no hay lugar preciso para mi cara que ya dejó
de ser columpio o lecho de fresas.
Mañana violeta.
Voy por la pista alegre
Con el suave perfume
Del retamal distante.
En el cielo hay una
Guirnalda triste.
Lejana duerme
La ciudad encantada
Con amarillo sol.
Todavía cantan los grillos
Trovadores del campo
Tristes y dulces
Señales de la noche pasada;
Mariposas oscuras
Muertas junto a los faroles;
En la reja amable
Una cinta celeste;
Tal vez caída
En el flirteo de la noche.
Es noche de azul oscuro…
en la quinta iluminada
se ve multicolora
la danza clara.
Las parejas amantes,
juveniles,
con música de los sueños,
ríen.
Hay besos, armonías,
lentas escalas;
y vuelan los danzarines
como fantasmas.
En el pasadizo nebuloso
cual mágico sueño de Estambul,
su perfil presenta destelloso
la niña de la lámpara azul.
Ágil y risueña se insinúa,
y su llama seductora brilla,
tiembla en su caballo la garúa
de la playa de la maravilla.