1
Si mi voz fuese nube, ira o silencio
crecido con el llanto y el amor;
si fuese luz, o solamente ave
con las alas cargadas de tristeza;
si el silencio viniese, si la muerte…
¿Adónde ir con ella, iluminada
con fuego de gemidos y caricias
y gérmenes de mustias esperanzas?
Y una voz inhumana:
-Donde no existan lágrimas de odio
ni pantanos con rosas y claveles.
Mi voz en la saliva del olvido,
como pez en un agua de naufragio.
2
(Pero yo amo el abandono por violeta y callado.
Amo tu entrada al invierno sin mi cuerpo,
admiro tu fealdad de dalia negra adolorida,
adoro con ceguera tu pasión por la lluvia
y el encanto de tus narices frías,
amada razonable y sencilla.)
3
Ya mi voz no suplica ni lastima
como la vieja música del mar
a los marinos tímidos y al cielo.
Si pudiera la haría tan suave
como fino suspiro de muchacha,
como brillo de dientes o poema.
Oh, voz del abandono sin sollozos:
oh, mi voz como la luz desordenada,
como gladiola fúnebre.
Ella hace el canto primero del abandono
en lo alto de risibles templos,
en las manos vacías de millones de hombres,
en las habitaciones donde el deseo es lodo
y el desprecio un pan de cada noche.
Ella es mi propio secreto,
la invisible de mí mi mismo: mi conducta
en la carne de los jardines, en el alma de las playas
cuando hacia ellas voy con las manos cantando.
Mi voz es el resumen de todos los insomnios:
mi adolescencia mediocre y sencilla
como una ceniza palpitante.
No lloraría por mi ternura finalmente enterrada
ni por un sueño herido sentiría fina tristeza,
pero sí por mi voz oculta para siempre,
mi voz como perla abandonada.