Hubo un tiempo de amor contemplativo
En que el saber, muy poco positivo,
Confundiendo la tierra con los cielos,
Ensalzaba las vírgenes modelos.
Y en que inspirándoles horror profundo
La realidad prosaica de este mundo,
Las muchachas de quince primaveras
Se arrobaban en místicas quimeras.
Pero desde que el hombre sabio y fuerte,
Compadecido de su incierta suerte,
Discute con profundos pareceres
La educación moral de las mujeres;
Desde que ha definido su destino,
No señalándole más que un camino,
Y ni virtud ni utilidad concilia
Sin la maternidad en la familia;
Ya saben ellas desde muy temprano
Que amar un ideal es sueño vano,
Que su único negocio es buscar novio
Y quedar solterona el peor oprobio.
Ninguna ha de quedar chasqueada hoy día
Por elegir — como antes sucedía —
Que hoy ocupa el lugar de la inocencia
La prematura luz de la experiencia.
Hoy del amor, preciso es no hacer caso,
Porque el amor es pobre y pide plazo,
Y por salir cuanto antes del apuro
Se acepta lo más próximo y seguro
De modo que todo hombre hoy al casarse
Podrá con la certeza consolarse
De que — a no serlo suya — siempre fuera
Su adorada mitad de otro cualquiera.