No me niegues que a veces,
al despertar,
quisieras refugiarte nuevamente
debajo de mis manos,
quedarte quietecita, apenas
respirando,
convertida en la misma huella
de la noche.
No me niegues que a veces,
al despertar,
quisieras refugiarte nuevamente
debajo de mis manos,
quedarte quietecita, apenas
respirando,
convertida en la misma huella
de la noche.