Puedo dejarte ahí entre las cosas que se saben sentir
llenando el pecho de claridades y vicisitudes
sobre un campo de lunas abstraídas
donde el dormir sabe llamarse insomnio
y el color de la luz habla consigo.
Puedo sin duda alguna disolverte
a secretos sabores en mi boca
y sin habar de ti puedo nombrar tus consonantes,
los ligeros sudores de tu axila,
el espacio que media entre tus vértebras
cuando entonas una que otra canción detrás del aire
y las dejas caer como un descuido
sobre las piedras o acaso entre los árboles.
Puedo decirte a veces los azules
que gobiernan códigos y singularidades
a tus párpados, tus sonrisas, tus desganos.
Puedo llamarte entre los otros nombres
los que sabes usar si es que deseas
que la ciudad le borre huellas a tus pasos
hasta que tú decides desbordarte a presencias
electrizando con tu olor a mujer ,
los techos , las ventanas, alguna que otra fuente
o el horizonte donde mis ojos
alimentan el perfil de la vida o la devoran.