Te regalaría uno de esos días XXXI

Te regalaría uno de esos días repletos de pereza
con olor a hierbabuena,
te regalaría un platillo de higos
con un toque de miel y canela.
Sí, me gustaría regalarte mi libro predilecto,
el que nunca se separaba de mis manos
cuando tendida en las frías baldosas del traspatio
mi infancia se llenaba de mundos por ser vistos;
también me gustaría regalarte el sentimiento
de tanto mar rodeándome el corazón
y las risas que me acompañaban
al saltar desde el muelle queriendo ser
una alga marina más entreteniendo el agua.

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Se baña frente a mí XIV

Se baña frente a mí caldeando los glaciales
confundiéndole al agua territorios, espejos,
sorprendiendo a las piedras su víscera de musgo
y luego se sumerge de lleno con mis ojos
fabricando sin prisa una estación de lluvia,
un lugar de monzones al Océano Índigo que habita mi deseo,
despertando las fauces de la Cobra a su fuego,
devolviendo a las cosas emplumadas su atmósfera,
el orden de sus cielos, la alegría delirante;
porque vienen al mundo destinatarios, remanente suyos,
maneras de su andar afilando el momento
destrezas milagrosas convirtiendo segundos en frutos
o acaso en novedosas semillas como perlas,
mercaderías, magias que llegan de lo súbito
para aderezar el gusto de una boca exquisita;
tributo, maravilla con que pagar a su rodilla un roce
apresando el peligro perfecto de sus dedos
la privada elocuencia donde existen países,
consonantes e cartas que esperan ser escritas o pensadas;
aturdiendo a los libros: comas, pronunciaciones, adjetivos, artículos
efervescencias únicas reorganizando pronombres al papel,
instantáneas voraces del júbilo que vive entre su puño,
lo mismo que un halcón, seguro de su presa.

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Puedo dejarte ahí entre las cosas

Puedo dejarte ahí entre las cosas que se saben sentir
llenando el pecho de claridades y vicisitudes
sobre un campo de lunas abstraídas
donde el dormir sabe llamarse insomnio
y el color de la luz habla consigo.
Puedo sin duda alguna disolverte
a secretos sabores en mi boca
y sin habar de ti puedo nombrar tus consonantes,
los ligeros sudores de tu axila,
el espacio que media entre tus vértebras
cuando entonas una que otra canción detrás del aire
y las dejas caer como un descuido
sobre las piedras o acaso entre los árboles.

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Porque el espejo y tú

Porque el espejo y tú
saben la ausencia,
porque conocen bien
esos perfiles
que aún cuando
no están,
siempre penetran
en aguda ecuación
la franca zona
de voraces,
levíticos laureles:
porque al juego sutil
de los reflejos
la uña y el olor
sudan la misma
liviana comezón
sobre el espectro de las formas
que nunca se repiten,
pero que viajan
latitud al cerebro,
en un tenaz proceso
de horizontes,
para que el hueso
sin memoria exista
al borde de otra piel,
ya sin el límite:
a nadie le diré
que te he tocado
y sin saberlo
supe atravesarle
el corazón al vidrio
del silencio.

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Poema XI

Ocúpame, temporal, al barroco de la oreja
Manta-raya de lengua déjame atravesar tus formas
redescubriendo latitudes al arrecife de tu córnea,
y júntame de lleno en apetencia marfil contra marfil,
abriendo a enamorada línea tus pezones,
desintegrando el control que reside en tus tobillos
hasta sentir como sortija la presión de tus piernas,
a punto de explosión tensar la aorta.

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Poema del libro XV

Esta mañana en fin, es diferente,
he mirado mis manos
las he visto distribuir, sin prisa,
los planetas,
transformar asteroides a una explosión de nova
y sin embargo
dóciles en su tarea de aquí,
me han acercado la taza de café,
los cigarrillos, mis espejuelos,
la pluma con que escribo,
hasta las hojas de papel me han dado
sin que por ello merme
el trabajo que tienen asignado
de crear nuevos siglos a la galaxia.

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Para la que en su marcha

Para la que en su marcha, jamás desaparece,
para la que es siempre su infinito posible
para la que llena con su abierto sonido
inescrutables rutas al balcón de mi ojo,
para la que despliega como bordada falda
su serpiente de luces
al lomo imperativo de las noches,
para la que monta, al amanecer,
su carroza de luz y la derrama
en esa interminable espiral de su espejo,
para ella,
se levanta mi corazón
como un gran viento y canta,
la resonancia del jazmín,
su centro.

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Ocúpame

Ocúpame, temporal, al barroco de la oreja
Manta-raya de lengua déjame atravesar tus formas
redescubriendo latitudes al arrecife de tu córnea,
y júntame de lleno en apetencia marfil contra marfil,
abriendo a enamorada línea tus pezones,
desintegrando el control que reside en tus tobillos
hasta sentir como sortija la presión de tus piernas,
a punto de explosión tensar la aorta.

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La madre que ahora tengo

La madre que ahora tengo es la misma y es otra entre las muchas
de las cuales he sido nacida,
no me levanta como en otros tiempos en antiguo lenguaje judío
ni tampoco me levanta en lenguas arameas,
ni siquiera en un árabe olvidado que todavía tiene resonancias
entre los dientes de mis tatarabuelos
o en esas otras lenguas de los que pasan
sin saber que sus sonidos también me pertenecen
y que me viven por encima de mis presentes apellidos.

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Hay un nano Segundo de mis labios

Hay un nano Segundo de mis labios
cuando se mueven sobre tu clavícula
hablando un idioma de particularidades
inherentes sólo a ese otra aromática fuerza
que emana de tu entrepierna frente a mi deseo
de tenerte y desintegrarte
en un ritual de espasmos o voraces silencios,
sitio donde te sabes francamente mujer
orquestando tus ganas de mí sobre tu cuerpo,
pintándome los flancos ,las rodillas , los senos
con tu saliva ,con el tenso calor que emana
de tu sexo cuando nos encontramos.

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Hay cuartos que sostienen en medio de sus ruidos

Hay cuartos que sostienen en medio de sus ruidos
la raíz de un silencio tan profundo
que los relojes enmudecen
y hasta los calendarios son capaces
de perder el conteo de los días,
vaciando entre su páginas
los símbolos que definen facetas a la luna
y a los espacios de la voz o las manos,
haciendo de la respiración otro instrumento
donde eliminar sonidos a la garganta
robando al plexo solar
su maravilla, su pasión de vida.

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Hasta que llegues XX

Hasta que llegues
viviré
en un duro color
de suspensión;
no habrá más nada
ni nadie más
me contendrá
en un gesto
de fronda
y temporal,
seré una casa
de vacíos espejos
aguardando
que tu presencia en mí,
por lo cercana,
nuble el azogue natural
del cuerpo
hasta verme
ya toda respirada:
labio sobre la línea
de tu nombre
navegaré un vacío
de palabras
habitaré los filos
del aliento,
marea en las resacas
de la espalda,
vuelco de corazón
que sólo puede
para sentirse
en humedad,
ser barca.

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Has estado cayendo

Has estado cayendo
todo el día
como un distante filo
hacia mi rostro
hablando tu vivir
con mi memoria;
no quiero ser
testigo a tu presencia
logro ausentarme a ratos
de tu asedio
de tu constante diálogo
a mi frente,
que como tú, se me hace imprescindible
pone fiesta a mi piel
cuelga piñatas
al corazón
y tira sin piedad
de mis sonrisas
hasta ponerlas
del color del aire:
allí vuelas cometas,
coroneles de luz
como tus ojos
que se repiten
en sin final imagen
de reflejos;
sólo entonces
la niña que soy
bate las palmas
mueve los invisibles hilos,
te convoca,
maniobra tu presencia
en el espacio,
que ya es varilla
en un papel de china
en perfecto equilibrio
con mi atmósfera
y la mujer en mí
casi contempla
en silenciosa soledad
los giros
de tu ausencia
cercando mi cabeza,
el voraz contrapunto
de ese juego
donde la sombra de tu amor
me roza.

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Fluyendo en largo gesto

Fluyendo en largo gesto
fabricas las mareas
Luna o mujer
así te haces presencia.
Los espejos de tus ojos
guardan peces y cosas repentinas:
barcos que se han perdido,
mapas para llegar al punto más frágil
de una orquídea
y un tiempo sin relojes contra tu hombro izquierdo,
allí el deseo se mueve como una sinfonía,
gravita entre los caracoles,
marca los arrecifes del color de tu pelo,
habla con el lenguaje que tienen tus pezones
y dictan a las nubes lugares no antes vistos.

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Como verbena mi boca I

Como verbena mi boca
se detiene frente a ella.
Nadie es capaz de conversar
la historia que sin esfuerzo crece
a su secreto de constelaciones.
Quién puede descifrar este gran hábito,
esta manera de encallar el hambre
en la continua furia de los higos;
atómica raíz reconstruyendo el gusto,
desvistiendo presencia entre los dientes.

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Como hilo ensartado en ricas turquesas

Como hilo ensartado en ricas turquesas
los ojos se nos fueron anegando
con la fuerza de lo desconocido,
logrando así que lo visto y soñado
por mis Nietas- Primas, las Diosas
nos fuese penetrando las esquinas
donde las miradas se hacen posible
ensañándonos el misterio de la Flor
el perfil de las criaturas,
lo creado en ellas y de ellas
mucho antes que sus principios
ahuecaran la huella de la imperturbable
de la cual el nacer fabrica toda especie
en el paridor vientre de Esa,
que nadie sabe ni sabría comprender del todo.

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Adrenalina en el sabor IX

Adrenalina en el sabor de mangos, te voy a seducir,
envés de esas ausencias de estarle a los contigos,
abecedario deshabitando el marco de vivir al múltiple.
Quiero encontrar espacios que van a fabricarse:
antiquarium a ritmo de presencias en calles por llegar;
quiero imaginarias tiendas, azules adoquines,
cuartos recopilando encantos a tus pasos;
sitios donde comprar miniaturas, relieves o descuidos
dejados por la huella de tu cuerpo, maravillas de olor
que van permeando sin pensarlo siquiera:
tijeras de marfil, vasos, horquillas, brújulas,
abanicos, cartas, peines, memorias de tu pelo.

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