Manos que son seráficos señuelos
para ceñir las almas con cadenas;
manos finas, y suaves, y morenas,
que provocan fantásticos anhelos.
Manos que son retazos de los cielos,
por el azul procero de las venas,
como alas de arcángel, siempre llenas
de la gracia de Dios en los hoyuelos.