Tralarí lará larí
tralará larí lará…
Al amor el alma, vaso de ternuras;
al carmín del día, la alondra solar;
luz de estrellas claras a las liras puras,
armonium e incienso al altar…
Ya mi afán extraño, de equívoco anhelo,
a mi ronca y triste desesperación:
¿Un laurel andrógino? ¿La piedad de un velo?
¿O el cárabo loco de mi corazón?
Tralarí larí lará
tralará lará larí…
Con pavor mi carne ruge sus locuras.
Mi alma en ese rugir va.
De tantos rugidos en noches oscuras
no oigo nada… nada… Tralarí lará…
Y me abrazo en llamas de lúgubre anhelo,
en una gozosa desesperación…
Mas un día… ¡un día llegaré hasta el cielo
con las llamaradas de mi corazón!