Si en brumas me hablas, callo y no te digo
que en bruma no comprendo tu llamada,
ni conozco tu voz, ni la delgada
gracia de la cintura te persigo.
Si en bruma me acaricias, sumo y sigo:
caricia, más amor, más bruma: nada;
ni pájaro sangrando en enramada,
ni amapola trinando sobre trigo.
A veces va la bruma y nos rodea
y nos viste de gris y nos diluye
náufragos de su pálida marea;
la bruma que derriba y que destruye,
que a sí misma se crea y se recrea
y luego como helada cierva huye.