¡Oh, eterna tragedia humana!
En pos de Ti el mundo entero
corre, indaga y peregrina
por mares y por desiertos.
Los derviches y magnates,
con su oro y sus privilegios,
no han podido aproximarse
hasta tu divino asiento.
En tanto, en todo lenguaje,
Tu nombre es música y verbo;
pero todos están sordos
para oírlo y conocerlo.
Todos tu visión ansían;
te llaman con loco anhelo;
Tú apareces, Tú iluminas…
¡Pero todos están ciegos!