Te invoco suavemente como si te besara
-suavidad indeleble de tus lejanos besos
soñados dulcemente bajo la tarde clara-
los labios en los labios serenamente impresos.
Un corporal efluvio -como si te estrechara-
llega en la suspirante brisa de los cerezos;
se encienden los luceros en tu huella preclara…
La hora es como una bandada de regresos.
Aspiro la impalpable, la grácil mansedumbre
de tu forma en mis brazos, su apacible vislumbre
adormecida sobre mi corazón tranquilo.
Y al mirarte en la sombra sonreir… como en el lecho
de sedeña blandura convertido mi pecho,
los besos te desnudan con dorado sigilo.