Te regalaría uno de esos días repletos de pereza
con olor a hierbabuena,
te regalaría un platillo de higos
con un toque de miel y canela.
Sí, me gustaría regalarte mi libro predilecto,
el que nunca se separaba de mis manos
cuando tendida en las frías baldosas del traspatio
mi infancia se llenaba de mundos por ser vistos;
también me gustaría regalarte el sentimiento
de tanto mar rodeándome el corazón
y las risas que me acompañaban
al saltar desde el muelle queriendo ser
una alga marina más entreteniendo el agua.
Me gustaría regalarte la primera emoción
del primer beso que me supo a beso,
el que no pude compartir contigo,
ése que yo sabía que en tus labios tendría
todo la antigüedad de paisajes a contra ojo
y campos de amapolas o quitrines.
Me gustaría regalarte nuevamente
la parte de mi piel que de tan tuya
esperó por la elocuencia tus manos
y por la suavidad de tus cabellos
para darse a tus deseos de un modo tan definitivo
que no hubo más memorias en mi cuerpo
que las que tu dejaste con tu aliento y tu saliva.
Me gustaría amor murmurarte al oído
lo que aún te amo y lo que aún me falta
por enseñarle a tu amor
otras maneras de enamorarte, amor,
en esta vida.