Analizo el cóncavo milagro de la luz trazada sobre las últimas
líneas de la llanura.
Inscribo un surco de texturas doradas en los ojos enlazados a
la insuperable franja donde la tierra es un volumen de bóvedas
construidas en el aire de un posible abismo.
Indefenso frente a esa distancia triunfante sobre el inmóvil
cuerpo que se embriaga en las láminas transparentes de la brisa,
persisto y fragmento el misterio que me da el contemplar la
hendidura luminosa y oval que se extingue vulnerando la dúctil e
interminable forma del horizonte.
Repentinos perfiles, dimensiones submersas, aristas
ondeantes, pausados filos de arcos velocísimos, quebradas
pulsaciones de un perímetro extinto, arquitectura inmóvil de un
óvulo de llamas, sequedad recurva de la llanura suave, irisaciones
continuas de un declive invisible, entrevista locura de este
espacio de viento y soledad.
Ah que lentísimos soplos de claridad tan lisa, sonámbula
levedad de un fulgor deslizado lácteamente sobre esta tierra llana
que destila en el viento altos navíos mansos de ceniza.